Artículo de opinión de Rafael Clari
Pocas ciudades de la Ribera atesoran parajes tan vistosos y entrañables como el Valle de la Murta
Murta es el nombre que científicamente se da a una planta llamada mirto o (Myrtus communis). También se denomina comúnmente arrayán. Pertenece a la familia de las Mirtáceas (Myrtaceae), y es típica del litoral mediterráneo. Su porte arbustivo la hace muy atractiva y posee aceites esenciales que la dotan de un olor característico. Hace muchos años se gastaba como aromatizante para generar una alfombra por donde discurrían los procesionantes. Con el tiempo escaseó y hoy está protegida. Esa planta ha sido sustituida por el lentisco ( Pistacia lentiscus), que es también aromático pero las hojas son más coriáceas, resistentes y es más abundante en nuestras montañas. El lentisco es evolutivamente hablando más primitivo. Hay plantas masculinas y femeninas, por lo que los botánicos hablan de una planta dioica. En los vegetales, que una planta contenga los dos sexos es una característica de modernidad y evolución. El lentisco terebintifolio es familia de una planta más conocida por sus frutos llamada (pistacia vera), que es el pistacho que solemos comer como aperitivo. Todas estas especies pueblan la Murta.
Me gusta pensar que no todo ha pasado
Cuando paseamos por la Murta vemos un monasterio, aparentemente muerto, pero la vida sigue su curso y si observamos con detenimiento podemos encontrar hiedra (hedera helix) que como el dicho proclama y dado que tienen tres puntas es tóxica por ingestión. Su vitalidad es extraordinaria y su capacidad de sustraer la luz la convierte en temible para árboles que la superan en capacidad de crecimiento y envergadura.
Pero no todas son acaparadoras de luz, las hay ocultas y muy modestas. De hecho no solo no requieren luz sino todo lo contrario. El acanto (Acanthus mollis), no gusta de excesos de luz ni calor. En los lechos de los barrancos de este convento viven colonias enteras de esta planta que todos estudiamos en historia, a causa de que los antiguos griegos las utilizaron para dar forma a los capiteles de sus columnas.
Me gusta pensar que no todo ha pasado. Una parte de los monjes que allí vivieron sigue su vida como si nada hubiera sucedido. Esa parte son unas pequeñas plantas de flores rojizas, trepadoras llamadas almortasdel género Lathyrus, llamadas también muelas por la forma de sus semillas. Son vestigios de una leguminosa que se utilizaba como alimento por gentes humildes y como forraje para el ganado. Y su nevero, ese foso que permitía conservar alimentos gracias a la homogeneidad de temperaturas que se produce en cualquier pozo pasados unos metros o en las cuevas, más incluso, si se depositaba hielo o nieve.
No es menos interesante otra trepadora como la zarzaparrilla (Smilax áspera), cuyo nombre deriva de su parecido con las zarzas y las parras. De ella se dice que, sus tallos subterráneos son comestibles.
Otra planta que nos sorprende es el espantalobos (Colutea arborescens) que posee una legumbre en forma de bolsa de papel rellena de semillas que al ser agitadas producen un sonido semejante a un sonajero. Esto es lo que seguramente les ha dado un nombre tan curioso y la posible utilidad como protagonista de cuentos que narraban la utilidad que tenía este ruidillo que actuaba de forma mágica ahuyentando las fieras.
Para los monjes debió ser casi un milagro
El tiempo que tarda el agua caída en primavera en filtrarse, unida a la condensación producida por el aire que se introduce en las cuevas y grutas a una temperatura constante de unos 20 grados, produce acumulaciones de agua que discurren bajo la superficie y afloran en puntos donde condicionan tipos de vida adaptados al medio acuático.
Lo que para los enclaustrados monjes debió ser casi un milagro por su falta de comprensión del proceso, hoy sigue impresionándonos por su belleza y singularidad.
Han transcurrido cientos de años desde que las oraciones ya no tañen y señalan las diferentes etapas del día. Hoy se conservan como huesos desperdigados el esqueleto de lo que fue una comunidad viva en un pasado, pero la creadora sigue allí, devolviendo a su primigenio esplendor natural lo que desde un principio le perteneció.
Rafael Clari Casterá
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Con los paisajes que tenemos en esta localidad de la Ribera, es una lástima que no salgamos más a menudo de casa.
Sería interesante un artículo sobre nuestro río que lamentablemente está excesivamente contaminado. Quizás aprendamos de esta forma a valorar la naturaleza que nos rodea.
El valle de la Murta solo es para que la visiten las personas jóvenes y de buena salud. En el ayuntamiento ningún alcalde que he conocido ha hecho medios de transportes diarios, para las personas con problemas de minusvalidez y ancianos para poder estar en contacto con esa naturaleza que Dios nos ha dado para los alcireños. Han hecho aparcamiento fuera del valle, me parece correcto para aquellos que lo puedan visitar con un paseo agradable disfrutando de su entorno natural. Pero yo ahora pregunto: ¿ Y para la gente mayor y para los minusválidos? En mi opinión deberían dejar entrar vehículos para estas personas y poder aparcarlos en el pequeño aparcamiento que hay en el interior. Dios ha creado la naturaleza para todo hombre. Los millonarios se han hecho con muchas tierras de montes y de bella naturaleza . Los gobiernos igual y el hombre común no tiene libertad para de esa naturaleza disfrutar. ¡Injusticia hay en esta humanidad!. Todos vienen a contar el mismo cuento: ESA NATURALEZATIENE QUE ESTAR PROTEGIDA, SI TODO HOMBRE ENTRARA SERIA UN PELIGRO DE CONTAMINACIÓN, ALGUNOS HOMBRES HARIAN DAÑO AL VALLE. Pongan vigilancia de personas capacitadas para que cuiden el entorno. Escritos de pancartas en la entrada, exigiendo unas normas para que haya respeto y buen funcionamiento de los visitantes. Muchas veces he deseado llevar a conocidos viejecitos o incapacitados y no he podido entrar por que estaba prohibido un vehículo pasar. La Murta, y la Casella no podemos del todo disfrutar, porque no somos los dueños, solo el gobierno puede mandar. Y ellos no ponen remedio para que la puerta esté abierta para todos los que la quieran visitar, a pie, o con transporte, todos no tenemos buenas piernas ni poca edad, y nos quedamos atrás.
LO QUE HICISTEIS A UNO DE ESTOS MIS PEQUEÑOS HERMANOS A MI ME LO HICISTEIS. ¡Qué lejos están de la verdad!
Rosa María de Dios
Me uno totalmente a la petición de Rosa María de Dios. Yo soy una de esas personas que en mis últimos viajes a la Murta no he podido acceder al Monasterio.
Efectivament, Rosa María de Dios, el santíssim va crear la natura però sembla que s'oblidà de cronstruir aparcaments per a que pugam gaudir-la. Que li farem. Ningú no és perfecte.
La mejor protección la dan aquellos que la disfrutan y por ello la quieren.
Cuando se recogía la leña del sotobosque para utilizarla en la calefacción de los hogares menos favorecidos, las montañas estaban más limpias y nadie toleraba que se las quemase ni estropease. Dependíamos de ella.
Hoy, eso en parte se ha perdido. En ocasiones ni siquiera se contempla como un contacto con la naturaleza.
Coincido con Pere Peres en que no se necesitan más aparcamientos, sino que se ayude a la gente a acceder y tener contacto con el medio como pedía Rosa María. Para ello es mejor ayudar en el desplazamiento a los que lo necesiten, fomentémos la solidaridad y la tolerancia. Pienso igualmente que mucha gente enferma, se beneficiaría del contacto con la naturaleza. Seguro que se pueden hacer estudios en los que se demuestren los beneficios de las montañas sobre el ánimo y la salud.
Por otra parte, con orden y cordura, yo creo que TODOS deberíamos ir al valle y llevar a nuestros hijos y mayores. Las actitudes incívicas se dan cuando la gente no mira o deja de interesarle un determinado rincón del planeta.
Educar por la sostenibilidad implica querer al medio como propio, preocuparse por él e identificarse con sus problemas. Sin contacto no hay conciencia, sin conciencia la educación carece de modelos y por ello de credibilidad.
Eduquemos con el ejemplo y con la solidaridad, nadie debe quedar excluido, es responsabilidad de todos que las cosas mejoren.
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