Doña Julia Mateo Menéndez
Dedicó 36 años de su vida a la enseñanza en nuestra ciudad
“De mi madre he recibido la vida, pero de mi maestro he aprendido a vivir”, escribía Plutarco en su obra “Vidas paralelas”.
Cuántas alumnas recordarán a doña Julia Mateo, su maestra, de ella “aprendieron a vivir”. Doña Julia Mateo Menéndez impartió el magisterio en Alzira durante treinta y seis años. Ella manifestaba con orgullo que era alcireña de adopción. Nació en Valencia, en 1902. Cursó estudios en la Escuela Normal de Magisterio, obteniendo plaza en 1923 -casualmente el mismo año que aprobó las oposiciones de magisterio mi padre, Ismael Rovira-. Su primer destino fue Alcalá de Xivert, en la provincia de Castellón, llegando a Alzira donde tomó posesión el 1 de noviembre de 1934, al igual que los recordados maestros don Francisco Llácer, don Agustín Izquierdo, don Manuel Gaspar, don Emilio Pastor, don Fernando Nuez y don Ismael Rovira entre otros maestros y maestras.
Como todos los compañeros de profesión, doña Julia impartió clases en los locales provisionales que habilitaba el Ayuntamiento hasta terminar la más incivil de las guerras en 1939. Después continuaría en una casa particular de la calle La Purísima, frente a la parroquia de San Juan. Más tarde en las antiguas Escuelas Pías y después en los locales del antiguo Ateneo Mercantil. Doña Julia inauguraría el grupo escolar “Julio Tena”, el primero que se construyó en Alzira, donde antiguamente se ubicaba l’Escola del Ratolí, hoy oficinas de la Delegación de Hacienda, ostentando el cargo de directora del centro hasta su jubilación en 1970.
Su vida profesional, dedicada a la enseñanza, no la abandonaría en los siguientes años. En su casa, en la calle Teniente Boscá, al lado de lo que fue el popular y recordado “Forn de les Rajoletes”, en piso superior a la farmacia de Toniquín Goig -hoy de don Ricardo Bellver-, doña Julia siguió formando a la juventud femenina alcireña.
Multitud de jóvenes acudían todas las tardes a las clases donde eran preparadas para opositar a distintos cargos de responsabilidad en instituciones, donde siempre obtuvieron los primeros números de su promoción; como fueron en el Ayuntamiento alcireño; Telefónica; magisterio u otras ocupaciones, como la religiosa alcireña de la orden franciscana, Ángeles Arnal, que dedicó su vida a la enseñanza de sordomudos desde los 17 años.
El 18 de diciembre de 1965, la inspectora de primera enseñanza, Irene Castell, le hizo entrega del título de “Maestra Distinguida” y cinco años después le llegó la jubilación. Con motivo del “Día del Maestro”, el 27 de noviembre de 1970, festividad de San José de Calasanz, patrón del Magisterio Español, en los locales de lo que conocimos como “La Parrilla” -antiguo edificio que fue Ateneo Mercantil e Industrial- el entonces alcalde don José Pellicer Magraner, al que acompañaban varios compañeros, en el transcurso de un cálido y merecido homenaje le hacía entrega del escudo heráldico de oro de la ciudad de Alzira, por su dilatada vida impartiendo la enseñanza en Alzira.
Doña Julia Mateo, a sus noventa años cumplidos, el 27 de marzo de 1993, en los locales del Circulo Alcireño -La Gallera-, 23 años después de su jubilación, recibió un homenaje de sus antiguas alumnas, más de un centenar, para recordar “tiempos pasados” que no volverán. Homenaje que tuve el honor de presentar, por ser hijo de un compañero, mi padre, recordando en los inicios el que siempre tenemos presente en nuestra memoria quien fue nuestro primer maestro, el que nos enseñó las primeras letras, que no se olvida nunca.
El presentador añadiría “doña Julia, con su bien saber y amor profundo a la profesión del magisterio, preparó a una generación que aquí está presente para dar testimonio después de los años transcurridos. Querida doña Julia, aquí no están todas sus alumnas, las que pasaron por sus aulas en su Escuela Nacional de Niñas, la Unitaria número 10. Unas no han podido con ganas de hacerlo estar aquí; problemas familiares, que siempre los hay; otras por residir lejos de nuestra ciudad pero, en todo caso, lo están en espíritu y en la mente de todos y por supuesto bien representadas”.
Deseamos terminar estos emocionados recuerdos con uno de los versos más bellos de la poetisa Gabriela Mistral, hija que fue de un maestro de escuela rural en el siglo XIX. “Señor, Tú que enseñaste perdona que yo enseñe; que lleve tu nombre de Maestro, que Tú llevaste por la Tierra... Señor nuestro”.
En la foto que acompañamos, “Recuerdo del Colegio”, tomada en 1948 por Manuel Reinoso, pueden ustedes recrearse adivinando o reconociendo a muchachas, ya con una respetable edad, cargadas, algunas de hijos y nietos. En el centro la maestra, doña Julia Mateo.
Doña Julia no conoció la entrada del tercer milenio; poco tiempo después de recibir el caluroso y emocionado homenaje de sus alumnas nos dejó para acudir de la cita del Padre. Siempre la recordaremos, al igual de otros maestros compañeros, muchos de los que llegaron a Alzira finalizando 1934, que tomaron posesión de sus escuelas por el llamado concurso de traslado “a más de diez mil”, -por supuesto, habitantes-.
Alfonso Rovira
“Fill del mestre”
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
De bien nacidos es ser agradecidos.
Que duda cabe que esta ilustre profesional, a la que no tuve el placer de conocer, hizo una encomiable tarea no solo con Ud, sino con todos sus compañeros dándoles una formación no solo académica sino humana ejemplares.
Saludos y gracias por el entrañable y excelente homenaje.
Yo tambien fui una alumna de Doña Julia.
Tengo muy buenos recuerdos. Fue una buena maestra en sus enseñanzas. Era tolerante con los niños y jovenes, cuando haciamos algunas travesuras por nuestra inmadurez.
Dios la tenga en su gloria
Doña Julia descanse en la paz
Rosa María de Dios
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