Artículo de opinión de Marino Baler
Una actuación marcada por el drama… por la muerte y la vida…
Pensamientos y más cosas
Para los puristas y entendidos posiblemente haya sido el más grande tenor de todos los tiempos; para el resto simplemente uno más. Enrico Caruso, el famoso tenor italiano, pasó los dos últimos meses de su vida en un lujoso hotel, frente a las costas de Sorrento. Allí, todavía se conserva su habitación, sus libros, sus fotografías y su piano.
Caruso, que contaba con 48 años de edad, estaba enfermo de cáncer de garganta y sabía que sus días pronto terminarían; pero eso no le impedía dar lecciones de canto a la joven de la cual estaba enamorado.
Una noche de mucho calor en la que ella, como tantas otras, lo miraba con admiración, Caruso no quiso renunciar a cantar para ella. Así que, aún encontrándose mal, hizo llevar el piano a la terraza que daba al puerto y empezó a cantar una apasionada declaración de amor y sufrimiento. Su voz era potente. Los pescadores, oyéndole, regresaron al puerto y se quedaron anclados bajo la terraza. Las luces de las barcas eran tantas que parecían estrellas o, quizás, las luces de los rascacielos de Nueva York. Caruso no perdió las fuerzas y siguió cantando, sumergiéndose en los ojos de la muchacha apoyada al piano. Esa noche empeoró. Dos días más tarde, hoy hace ochenta años, 2 de agosto de 1921, moría en Nápoles.
Ese fue su último concierto, con unos espectadores inesperados… el mar, las estrellas, los pescadores, las luces de barcas y su amada... Una actuación marcada por el drama… por la muerte y la vida… un hombre moribundo que busca en esa muchacha un futuro inexistente… en forma de testamento de amor.
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Felicitats per l'article Marino. L' estil senzill i pulcre revel.la l'existència d'un lletraferit darrere. Corprén la paradoxa de que algú que ha estat obsequiat amb el do de la veu muira tot just per una malaltia en l'organ fonador, sembla que els deus li reclamen la vida com a penyora de la vitud atorgada...
Hi ha també la metàfora de l'home madur que, sabent-se prop de la mort, s'enomora d'una jovencella com volent arrapar-se a la vida que se li escapa. Per últim hi ha la descripció del paissatge: una marina nocturna aconvertida en constel.lació per l'esguit dels fanals de les barques o, si més no un llenç del skyline neoiorqués posat al mediterrani, aquesta descripció sòls pot esser imaginada per algú que ha passat llargues estones apurant burilles des dels rompents. (com jo mateix)
Esperem continuitat en notes semblants.
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