Artículo de opinión de Pedro Domínguez
Hemos de cuidar muy mucho las formas, acentuando el carácter no-violento de todas nuestras movilizaciones
Mientras la mitad de los jóvenes están condenados al paro y la otra mitad subempleada, a los trabajadores maduros nos aumentan los años necesarios para la jubilación y en algunos casos incluso pretenden alargarnos las horas de trabajo.
Mientras los gobiernos ayudan con dinero público a bancos y cajas para que tapen sus agujeros por haber financiado un exceso de construcción, paralelamente dejan que embarguen el piso y echen a la calle a las familias sin trabajo.
Mientras el Banco Central Europeo presta dinero al 1'25 a los bancos europeos, éstos lo prestan al estado español, mediante los bonos que adquieren, al 4'5% de interés.
Mientras las grandes agencias de calificación financiera, que no quisieron o no supieron ver la insolvencia de las hipotecas basura desencadenantes de la crisis actual, rebajan una y otra vez la solvencia de países endeudados como el nuestro, sus accionistas se forran con los intereses de la deuda externa de dichos países.
Mientras las grandes empresas y la patronal piden medidas durísimas para los trabajadores, los ejecutivos y banqueros siguen repartiéndose miles de millones de beneficios.
Mientras a los funcionarios les bajan los sueldos y empeoran las condiciones laborales, los diputados trabajan tres o cuatro días a la semana, se jubilan con ocho años “trabajados” y los ex-gobernantes se enchufan en grandes empresas amigas cobrando sueldos millonarios.
Mientras descapitalizan y degradan servicios colectivos tan básicos como la educación, la sanidad y las pensiones financian con dinero público los negocios privados equivalentes.
Mientras el campo se hunde en la ruina y el abandono, aquí siguen emperrados en fomentar grandes eventos, grandes obras públicas y más urbanizaciones, una política insostenible que ha arruinado nuestra economía y ha hundido las principales Cajas de Ahorros.
La lista es muy larga y sobran razones
para estar indignados
con este sistema político-económico
Mientras la mayoría de gobernantes, banqueros y grandes empresarios malgastan los presupuestos públicos y nos empobrecen a los ciudadanos, los racistas se introducen en las instituciones y culpan de todos los males a nuestros vecinos inmigrantes.
Mientras los medios de comunicación, incluidos los públicos, son ciegos y sordos para las ideas críticas y alternativas, nos bombardean continuamente con las recetas neoconservadoras del FMI, BM, BCE, Bilderberg, G-8, etc., que no resuelven la crisis y sólo sirven para enriquecer aún más a la oligarquía internacional.
Mientras sufrimos el mayor grado de corrupción política de la UE, con presidentes autonómicos imputados incluso, el más alto tribunal juzga al magistrado que investigó a fondo la corrupción y se atrevió a abrir una causa contra el franquismo.
Mientras en el tecnológico Japón no pueden controlar varios reactores nucleares accidentados, aquí alargan otros diez años el permiso de funcionamiento de las centrales nucleares.
En fin, que la lista es muy larga y sobran razones para estar indignados con este sistema político-económico, probablemente tan podrido como llegó a estarlo el comunismo soviético que se hundió al principio de los años noventa. De manera que tenemos sobradas razones para indignarnos y buscar alternativas, que las hay, o al menos para exigir decencia política a nuestros gobernantes y democracia real ya.
Pero hemos de cuidar muy mucho las formas, acentuando el carácter no-violento de todas nuestras movilizaciones, porque ése es el camino y en la práctica es lo que ha dejado perplejos y sin saber qué hacer a policías y gobiernos, permitiéndonos ganar simpatías entre el resto de ciudadanos. Además, el Estado y los oligarcas siempre pueden ser mucho más violentos que nosotros y no hay duda de que algunos tienen ganas de demostrarlo, si les damos la excusa que necesitan. De hecho ha habido otros movimientos sociales importantes que fueron degradados y desactivados por la violencia, a veces inducida por el propio Estado...
Pedro Domínguez Gento
¡Por la no-violencia, la libre discusión y la democracia directa, larga vida al 15-M!
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Sobre esto último, la violencia y manipulación del Estado, pueden consultarse en la wiki:
http://es.wikipedia.org/wiki/Caso_Scala
http://es.wikipedia.org/wiki/Grupos_Antiterroristas_de_Liberaci%C3%B3n
Y sobre la violencia actual:
http://www.youtube.com/watch?v=YcmvzRvsf8g&feature=player_embedded
De hecho, poco después de escribir este artículo, los compañeros del 15-M de Barcelona colgaron en la red el video anterior donde se ven policías de paisano que provocan altercados violentos y que, al ser detectados y aislados, finalmente son rescatados por sus colegas de uniforme... Ésa es la ética que se gasta el Felip Puig & Cía.
insultar, acosar, ocupar lugares publicos, eso tambien es santo y seña de los "indignados "............. porque no formais un partido politico y os presentais a las elecciones? es lo que en un estado de derecho esta establecido.
si tantos sois, desde el parlamento tendreis validez legal para poder ejercer vuestras ideas,,,,,,,,,,
yo estoy de acuerdo con español... y si tantos son ¿porque no se presentan como partido? ¡es lo que toca en una democracia!
A los indignados no nos unen las ideas sino la indignación por un sistema que no funciona.
Por cierto, lo legal no siempre es ético, ni lo ilegal tiene porque ser malo. Sobretodo teniendo en cuenta que la legalidad está para contener más que para ordenar la sociedad.
La democracia, es el aquel sistema de gobierno, en el cual la soberanía del poder reside y está sustentada, en pueblo. Es éste, por medio de elecciones directas o indirectas, quien elige las principales autoridades del país.
Esto no significa que la mayoría sea infalible. Yo y la mayoría podriamos votar para quitarle el dinero a las diez personas más ricas de España, mi partido "expropiemos a los diez" podría obtener mayoría pero no por ello sería válido expoliar a esta gente.
Cuando un sistema es injusto hasta el extremo con el pueblo negándole el trabajo, el domicilio o la dignidad, ese sistema carece de legitimidad. El sistema debe representar al pueblo, y tan pueblo son los ricos como los pobres. Nuestro sistema ha demostrado con claridad a quien favorece y a quién no representa.
No podemos justificar la violencia en ningun caso. No obstante, no podemos hacerlo con las tropelias de gobiernos ni entidades financieras para defender a ultranza el capital y el poder frente a las personas.
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