Hoy en la Casa de la Cultura, a las 20:00 y a las 23:00 horas
Ficha técnica
Interpretación: Adam Bousdoukos (Zinos), Moritz Bleibtreu (Illias), Birol Ünel (Shayn), Anna Bederke (Lucía Faust), Lucas Gregorowicz (Lutz), Udo Kier, Demir Gökgöl (Sokrates), Dorka Gryllus (Anna), Pheline Roggan (Nadine).
Guión: Fatih Akin y Adam Bousdoukos.
Diseño de producción: Tamo Kunz.
Estreno en Alemania: 25 Diciembre 2009.
Estreno en España: 31 Marzo 2010.
Sinopsis
Zinos, el joven dueño de un restaurante, está de mala suerte. Su novia Nadine se ha mudado a China por trabajo, tiene una hernia discal y sus clientes habituales le han abandonado desde que contrató a un nuevo cocinero. Pero cuando se corre la voz de su nuevo concepto de restaurante, la gente enrollada hace cola para comer en el “Soul Kitchen”. Esto no cura el corazón roto de Zinos, que decide subir a un avión para reunirse con Nadine en China, y confía el restaurante a su hermano Illias, un ex convicto. Zinos acaba de tomar dos decisiones totalmente equivocadas…
El director de “Contra la pared” (2004) y “Al otro lado” (2007) abandona el drama de la muerte y la dureza emocional para darse un respiro con una comedia ligera de sabor gastronómico. A lo que no renuncia es al enfoque intercultural de la historia ni a unos personajes que buscan el amor en un entorno urbano adverso. Por eso, Fatih Akin da cita en “Soul Kitchen” a toda una galería de perdedores que tratan de sobrevivir como corderos en medio de lobos y abrirse así un hueco en la circunspecta sociedad alemana: dos hermanos griegos que son polos opuestos ante el trabajo, un chef gitano sofisticado y celoso de su cocina tradicional, un viejo lobo de mar perdido en su barcaza, un músico y su incomprendido grupo, una camarera okupa… Pero su protagonista es Zinos, un joven que acoge a todos en su restaurante de frituras de Hamburgo, y que decide dar un arriesgado giro al negocio cuando su novia Nadine se va a trabajar a Shanghai y su hermano Illias sale de la cárcel en régimen abierto.
Las adversidades se suceden en la vida de Zinos a ritmo de vértigo y así las recoge Fatih Akin en esta comedia disparatada e inverosímil, repleta de personajes extravagantes y desarraigados, planos en un dibujo que no escapa al cliché y donde todo se apoya sobre la dualidad y el contraste —dos hermanos, dos cocinas, dos maneras de robar— y también sobre lo imposible. Son los misterios del amor que han llevado a una joven periodista de buena familia a enamorarse de un inmigrante grasiento, maloliente y de modales poco refinados, los que convierten a un ladrón y pendenciero en algo atractivo para una okupa o los que enderezan los renglones torcidos de un individuo noble y luchador donde los haya. En un mundo de comunicación por internet, de especulación inmobiliaria o de explotación sexual, Akin apuesta por otro repleto de sensaciones inmediatas con la comida y la música como metáforas del placer, la variedad y la convivencia social, pero trazado con un tratamiento tan efímero y superficial como el primero.
Abundan los giros inesperados en una estructura lineal pero anárquica, frenética y desbocada, aunque el desarrollo de sus tramas acabe siendo previsible y hasta convencional. Más griega o turca que alemana, el tono desenfadado y tosco empujan a la película hacia lo chusco y soez apreciándose falta de mesura y sutileza en un director acostumbrado a buscar el impacto en el espectador. Buena ambientación suburbana, planos gran angular para mostrar la locura de un mundo grotesco, una música que se mueve entre lo romántico y lo desenfrenado según convenga e interpretaciones trabajadas sobre una aparente espontaneidad y frescura que rayan lo descarado. Sin embargo, la cinta no alcanza brillantez cómica ni esconde originalidad alguna, mientras que sus personajes no salen de su propia burbuja y las tramas resultan dispersas y poco cohesionadas.
En definitiva, un envoltorio grasiento para los sentidos carente de sustancia e interés, donde la picaresca lleva a unos a la cárcel y a otros al amor, donde lo cutre y lo basto ganan la partida a la ternura, al sentimiento que apuntan unos personajes perdidos en su marginalidad. Mantiene el desparpajo y crítica social habitual en la filmografía del director de origen turco, pero probablemente no dejará satisfechos a sus incondicionales y menos aún a quienes disfrutaron con “Deliciosa Martha” (Sandra Nettelbeck, 2001), también alemana y entre fogones, pero en las antípodas de la cocina de Akin.
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