Por: José Luis Pérez
El Pamir, un hermoso velero con un final trágico
Pasión por el modelismo naval
José Luis Pérez
Quiero agradecer a este diario digital la invitación de su administrador para compartir con todos vosotros mi afición por el modelismo naval. A través de una serie de entregas, os contaré cosas de esta apasionante inquietud y os iré enseñando piezas de mi colección.
Aprovecho también estas líneas para comunicar a todos los aficionados al modelismo naval en Alzira que compartamos nuestra inquietud, bien a través de este diario o quedando para conocernos.
En esta ocasión, estimados lectores de El Seis Doble, os presento la maqueta de un bello velero que perteneció a la Marina Mercante Alemana y que tuvo un trágico final, de ahí mi interés en construirla, además de su belleza, por su historia que conmovió a toda Europa como más adelante os relato.
Esta construido a partir de los planos originales del buque, el casco es de madera maciza, al igual que la superestructura, ciudadela, alcázar y toldilla de popa. Los accesorios son metálicos y el velamen está recortado y elaborado en tela. Es un bergantín-goleta de cuatro palos, muy parecido a Elcano, de líneas elegantes en su casco, proa afilada y su gran extensión velica lo hacían desplazarse por la superficie marítima sin apenas esfuerzo.
Las medidas del modelo son: 50 cm. de eslora, 12c m. de manga y 36 cm. de altura.
Breve historia del trágico final del velero Pamir
Construido en Hamburgo, fue botado en julio de 1905 como bricbarca para realizar viajes transatlánticos, transportando mercancías desde América del Sur a Europa. El Pamir terminó sus días realizando la misma travesía sorprendido por un huracán que acabó por sepultarlo en el fondo del mar. Ese último viaje lo emprendió en 1957 convertido ya, a comienzos de la década, en Buque Escuela de la Marina Mercante Alemana.
Su historia es la de uno de los más bellos y veloces veleros de cuatro mástiles que a comienzos del Siglo XX transportaban a través del Atlántico el nitrato de Chile al viejo continente donde era un apreciado fertilizante para los cultivos. Fue uno de los últimos veleros comerciales en cruzar el Cabo de Hornos; estuvo muy relacionado con España, pues durante los años de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) permaneció guarecido en el puerto neutral de Santa Cruz de la Palma, en Tenerife, donde miembros de su tripulación llegaron a contraer matrimonio con mujeres españolas.
En el verano de 1957 emprendió viaje zarpando desde Hamburgo hasta Buenos Aires con 86 tripulantes a bordo, 51 de ellos jóvenes alumnos dispuestos a aprender el arte de la navegación a vela. El buque escuela debía recoger en el puerto argentino 4.000 toneladas de cebada pero una huelga de estibadores obligó a que fueran los propios cadetes los que de manera inexperta realizasen la carga a granel. En su viaje de regreso, el Pamir, se topó con el huracán Carrie y la inexperiencia de el capitán, Johannes Diebitsch, en el que era su primer viaje como capitán de la nave no pudo evitar el escoramiento, agravado por la carga que transportaba, hundiéndose irremediablemente al mediodía del 21 de septiembre de 1957, a 600 millas de las islas Azores.
El capitán del Pamir había enviado un telegrama a La Coruña, el día 21 de Septiembre, informando de su posición y esta última posición telegrafiada fue la de 43º 12’ N. y 34º 30’ O., a unas 400 millas al noreste de las Azores. Ante la falta de noticias, la subsecretaría de la Marina Mercante Española solicitó ayuda al Ministerio de Marina que, de inmediato, puso en marcha la acción de salvamento y recate enviando tres buques de guerra: el crucero Canarias y los destructores Legazpi y Vicente Yáñez Pinzón, en un intento de encontrar al barco o posibles náufragos. A estos buques de la Armada Española se unieron las Fuerzas Aeronavales de Estados Unidos U.S. Navy y la Armada Portuguesa. La búsqueda no dio resultados positivos. Varios centros de salvamento de Islandia, Azores, Ramstein y Plymouth no habían captado ninguna señal de socorro.
Sólo hubo seis supervivientes y la noticia causó una gran conmoción en todo el mundo. La búsqueda duró nueve jornadas y los supervivientes afrontaron la prueba más dura de sus vidas: resistir física y psicológicamente el paso de los días.
El día 31 de diciembre se dio oficialmente por perdido el buque por parte de la empresa armadora.
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