“Vicentico el carreter”
“Fue un alcireño bonachón, socarrón y servicial”
“Carreter i Vicentico, no sé que dir del asunt. Estic per tancar el pico, però ho faré més bonico, en vers trauren-li un apunt. També com el carnicer, ha ingresat en la nostra penya; és faller de poca grenya i la ratlla nos pot fer per molt que Vicent s'empenya.
Entre el carro i la bruseta n'ha fet més que en te Ramiro. És l'amo de esta plaçeta; te més veu que Miguel Fleta i de pillo no vull dir-ho, i quan mes Vicent s'estira, és en vespres de la fira, la fira de Sant Bernat. Cavallets, nines, patins, carromatos... a qualsevol hora el pilles fent dalt del carro, tranquilles espatarrat com un pato. Ell carrega fins la dona, quan esclafix com una traca. Algùn diumenge xalero, al enganxar diu a l'aca “hui l'estació és La Barraca, com que a portar pas ‘ligero’. Vicentico, el carreter d'Alzira, tan famós, honrat i faener, que per norma te arreplegar el millor, sols que ingrese nos conforma i a fi de donar-li fama, el fá fallero major”.
Estos versos dedicados a Vicente Gómez Iborra, los escribió el poeta alcireño Bernardo Fontana Martínez, que era fallero de la Placeta Major y él mismo tiempo formaba parte de la “Peña Cascabel”. Era funcionario del Ayuntamiento de Alzira y administrador de la emisora EAJ 54 Radio Alzira.
Los falleros de la comisión de la plazoleta de Colón -se la conocía así a la pequeña replaza delante del hoy cine Colón, entonces Hotel Colón-, donde se plantó falla en contadas ocasiones por vecinos de la barriada, eran gentes como José María Sales Luis, Francisco Borrás Carrió y otros comerciantes de aquel sector de la población, como podrían haber sido Gallach, Durá, Lamelas o Iborra, el de l'hostal.
Vicente Gómez fue un alcireño bonachón, socarrón y servicial. Había nacido en el corazón de la barriada de Sant Roc i el gos, en la conocida Casa de Empeño -hoy Museo Municipal-, el 15 de agosto de 1897. A los tres meses de vida, la familia se trasladó al número 3 de la plaza del Carbón, donde su progenitor, Francisco Gómez, instaló su vivienda y el negocio de transporte con sus carros y caballerías, oficio que heredó su hijo Vicente. Tras cursar la primera enseñanza en la recordada Escola del Ratolí -por allí pasamos todos los de mi quinta y barriada- cercana a su domicilio, en la plaza del Sufragio, al lado de la muralla -del Mur, así se le denominaba-. En la plazoleta del Carbón, con el piso de tierra, era una delicia con los vecinos que la habitaban -escribo, claro está, de los años que compartíamos vecindad que eran los años 40 del pasado siglo-. Tenía el señor ‘Vicentico el carreter’ de vecinos a Juan Giménez, una persona entrañable -escribiremos de él en este diario- que ejercía de fotógrafo ambulante; al otro lado de la casa estaba la vaquería de Teresa Marimón Tur; también vivía en aquella recoleta plaza los Vila, que comercializaban con la sal, Antonia Martínez Moreno y l'enssisamer Vicente Gimeno, empleado de la casa como carreter. Tenía Vicente Gómez de vecinos, por la parte trasera de la casa, al organista de la iglesia de Santa Catalina, Don Segundo Antich, así como a los Serra, que eran carniceros, pero ya junto a la muralla.
Frente a la casa de los Gómez se hallaba la puerta del patio del Asilo de Ancianos, por donde salía la tartana de las Hermanitas y allí, al mismo lado, en plena calle, los festeros de San Roc instalaban el escenario donde llevaban a cabo las fiestas mediado el mes de agosto. Los artistas alcireños Juan Marco Comas y Enrique Pellicer Ferrer, “El Rullo”, ponían en escena obras de teatro en valenciano, lo que vino a llamarse en la época ‘peses valencianes’.
Los vecinos de Alzira en aquella época recordarán haber visto pasar por las calles de la ciudad algún carro o carruaje, como también eran las tartanas que trasladaban a los viajeros desde la placeta a la estación de FF.CC. o viceversa. Eran vehículos con ruedas de llantas de hierro con el estruendo que provocaban, les habrá hecho pensar que, por fortuna, ya no se utilizan. Fueron grandes carros tirados por caballerías, los que transportaban desde los almacenes de manipulado de naranjas, el dorado fruto, para ser cargado en vagones de ferrocarril y exportarse a lejanas tierras de Europa. El carro, medio de transporte utilizado por Vicente Gómez, contaba con tres hermosos ‘rossins’, que en numerosas ocasiones él mismo conducía. Contaba con tres empleados; Enrique Adriá, ‘Tarzán’, Vicente Gimeno y Quico Carrascosa, que se encargaban de distribuir las mercancías que llegaban de fuera de la población a través del ferrocarril, a los distintos centros, como era la central de teléfonos en el Racó de Coves, donde descargaban las guías de teléfono para distribuir a los abonados o pilas de 1’5 voltios para los teléfonos de magneto, llamados de batería local; a los horneros la harina para fabricar el “pan nuestro de cada día”, desde el depósito de los Gonzálvez en la calle Mayor San Agustín, cuando salía publicado en la prensa “la letra de la harina”. Las bicicletas a Joaquín Estrelles, Constantino Simón o a José Coll, en el Camí Vell. También a la Administración de la Tabacalera, cuando había “saca” para los fumadores que poseían una cartilla de racionamiento; transportaban también el grano de trigo al molino de Terol o paquetes al Bazar Rogelio en la placeta y a muchísimos más, ya que la lista sería interminable. El ‘carreter’ de la plaza del Carbón tenía de ‘escribent’ -ahora se llaman contable o economista- al recordado alcireño Justo Navarro Parra, que era al mismo tiempo funcionario del Ayuntamiento y profesor de la Academia Júcar.
El famoso ventrílocuo Paco Sanz, de Anna, vino a Alzira para realizar una representación teatral y al día siguiente, Vicente Gómez y sus amigos, le invitaron a degustar una paella en La Murta; en el transcurso de la comida, unos de los comensales manifestaba: “xe, cada cullerá d'arròs val un quincet; otro, al momento decía, cada cullerá val una peseta”. Y así, aumentando la cantidad, Vicente Gómez, mientras tanto los demás consumían arroz, él seguía comiendo ‘troços de conill i pollastre’, hasta que uno de los amigos le preguntó: “xé Vicentico, ¿que no t'agrada el arròs? A lo que contestó, “al preu que lo heu prosat?”.
Vicente Gómez tenía una verdadera pasión por La Barraca de Aigües Vives. Si recuerdan el verso con que iniciábamos este escrito, decía: “... enganxar l'aca i dir-li hui l'Estació és La Barraca, porque el noble bruto se sabía de memoria la ruta diaria a la estación de mercancías. Allí, en La Barraca, Vicente Gómez tenía un ‘troçet de terra’, donde al mismo tiempo era tesorero de la Sociedad de Riegos “La Botánica”.
Muchos años dedicó Vicente Gómez a su profesión de transportista hasta su fallecimiento en 1974.
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Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Alfonso; A pesar de que que Vicentico el carretér nació bastantes años antes que yo, si que lo recuerdo,ya que cuando nos dejó, yo ya habia entrado en los cuarenta. Con todo este rollo que he introducido en este comentario, solo tiene un fin; Agradecerte que nos hagas recordar con los personajes o efemérides
ocurridas en nuestra Ciudad que con tu maestría nos haces revivir. Muchas gracias Alfonso y sigue.
Poncho, yot e quiero agradecer, además de la historia y sobretodo en ella, el ambiente de la plaza del Carbó, perfectamente descrito, el que me hayas traido a la mente a dos personas muy queridas para mí. José Coll, que vivia a tres casas de la mía en el Camí Vell, con el cual compartí la primera falla que traia el nombre de Pont de Xativa y, una gran amistad., y la otra a Don Justo Navarro, el ben volgut mestre don Justo de la histórica academía Xuquer. gracias. A Vicentet no creo haberlo conocido, pero haber usado la tartana de la estación a la placete.¡¡si!!
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