Manuel Just Aparicio
Médico y poeta, poseedor de innumerables facetas, entre ellas su entrañable amor a Alzira
Don Manuel, conocido y admirado por todos los que tuvimos el honor de compartir su amistad, nació en el número 10 de la calle Santa Lucía, frente al convento que fue de las monjas “Lucias”, -les Llúcies- en los últimos meses del siglo XIX, falleciendo el miércoles 22 de abril de 1964.
Cursó estudios en las Escuelas Pías de Alzira y posteriormente en el colegio de los PP jesuitas en la capital de provincia de donde salió a los 17 años con el título de bachiller. Ingresa en la Facultad de Medicina de Valencia, doctorándose a los 24 años. Fue después médico militar en Marruecos durante la guerra de África en 1921. Años más tarde, en sus 14 años de estancia en Torreblanca, en la provincia de Castellón, como médico titular, desempeñando al mismo tiempo el cargo de juez municipal.
Muchos le trataron porque fue un hombre abierto y conversar con él. Jamás hizo distingos de clase ni le importó lo más mínimo el elitismo, sino la transmisión de sus ideas con quien las supiese compartir o intercambiar. Su anecdotario era muy rico unas veces propio y otras colgado el sambenito como otrora ocurriera con Quevedo.
Como médico de la Seguridad Social tuvo mayor número de pacientes en dos distritos separados entre sí, tales como Les Barraques y l'Alquerieta; donde se desplazaba en una desvencijada bicicleta para realizar las visitas domiciliares por las impracticables calles de estas barriadas hasta las casas donde habitaban sus pacientes a quienes llevaba el remedio con sus recetas y el consuelo de su incansable conversación sin el menor reparo en sentarse sobre el mugriento jergón del enfermo o echar un trago del porrón ubicado en cualquier rincón.
De sus mil y una anécdotas, ciertas o inventadas, recordamos varias. Una señora llevó a su pequeño a la consulta con un “chirlo” en la frente y al llegarle el turno el metge le formulaba la pregunta ritual que li passa?, respondiendo la madre, ay don Manuel, que el xiquet ha caigut un bac i li ha eixit un bony. La respuesta fue tajante, i que vol que l'ixira, una clavellinera? En otra ocasión le detuvo una señora en medio de la calle preguntándole sobre una dolencia en una parte de su cuerpo, a lo que don Manuel le dijo, obri la boca i tanca ells ulls, mientras el galeno la dejaba en medio de la calle y él seguía su camino con su bicicleta dejándola sola. Hubo muchas anécdotas más pero sería tan largo de contar...
Era tanto su prestigio como médico que sus colegas le conocían por “el médico del diagnóstico brillante” al que gustaban solicitar para celebrar consulta. Tal eran sus conocimientos en medicina que un alcireño cayó enfermo de fiebre y don Manuel le recetó y al ver que no mejoraba en los días siguientes ordenó le practicaran un análisis, ya que sospechaba que eran fiebres maltesas. Hecho el análisis dio negativo y al leerlo movió la cabeza con gesto de duda. Mandó realizar otro análisis en distinto laboratorio y... maltesas. Al tenerlo en sus manos, don Manuel expresó sonriendo, a mí, que he segut metge de barco? en el aulor...
Su famosa úlcera duodenal, unida al cansancio producido por distintas visitas a tan distantes lugares de la población, lejanos entre sí, como hemos señalado más arriba, sin coche y la gran cantidad de visitas en el consultorio del ambulatorio podían inducir a pensar en un mal carácter que, en realidad, era una máscara con la que se disfrazaba su propia debilidad de hombre bueno que no sabía decir no.
Como escritor y poeta nos dejó infinidad de obras escritas dedicando especial predilección a nuestra lengua vernácula, el valenciano. De sus muchos galardones que le otorgaron en vida, fue entre otros, el de los Juegos Florales de Benimamet, Premio Extraordinario de los Juegos Florales en Torrent, en 1932; Viola d'Or en los Juegos Florales de Alzira en 1935, con motivo del centenario del nacimiento de San Bernardo mártir, patrón de la ciudad; en los Juegos Florales en 1958, organizados por la Real Cofradía de Nuestra Señora de la Murta, también fue premiado.
De sus obras publicadas destacaremos “El fracassat”, “Picá d'avespa” i “Nit de trons”; y en castellano “La que iba a la verbena”, entre otras muchas. Colaboró en multitud de llibrets de las fallas de Alzira y en la capital de provincia. Es autor de las letras del “Gojos a la Mare de Déu de la Murta” y el “Himno a Alzira”, a los que a ambos les puso música el mestre Miguel Villar González. El estreno del Himne a Alzira fue en la Plaza Mayor de Alzira dentro de las fiestas patronales del mes de julio de 1950, interpretación que corrió a cargo de la Banda Filarmónica Alcudiana, dirigida por su autor, acompañados de la Coral de la Sección Femenina de Falange.
Entre los antepasados del metge Just se encuentra Antonio Just de Ridaura, Coracero Mayor del emperador Carlos V en Alemania quien al regreso a la patria, a edad avanzada, en prueba de agradecimiento el emperador Carlos I le nombró Mayorazgo de los señoríos de Benicull y Villajoyosa. Su padre, Antonio Just Laimuns, fue dos veces alcalde de Alzira y presidente de la Acequia Real del Júcar.
El escudo de armas del que fue prestigioso médico de Alzira, está compuesto por una corona de Baronía; bajo la misma figura la inscripción”Just”. Sobre campo de gules un león rampante con un banderín, una barra roja de rubíes cruza el escudo en diagonal y en la parte baja un naranjo sobre tierra de labranza.
Don Manuel Just de Ridaura y Aparicio Reig y Aparicio Olmos, mayorazgo de los Señoríos de Benicull de Xúquer y Villajoyosa, doctor en medicina y cirugía; diplomado en sanidad; médico de Asistencia Pública Domiciliaria de Alzira; del Cuerpo Médico de Marruecos y Colonias; del Magisterio Nacional y ex-Juez Municipal, falleció el 22 de abril de 1964.
Un modesto hijo del pueblo cuya historia rescatamos. Le recordamos con todos los honores por gratitud al hombre culto, al hombre bueno que tanto quiso a sus conciudadanos; porque su alma desde el lugar que el Creador le haya destinado pueda sentirse en paz con el cariñoso presente de sus paisanos los alcireños.
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Rovira, de veres que m'agradat.
En los Juegos Florales de 1935 se premió una poesía suya dedicada a la patrona de Alzira la Virgen del Lluch.
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