Relato literario de Eva Borondo
Las cartas aparecen en el tapete encantadoras, como vedettes de espectáculo nocturno, a través de humaredas de puros baratos
Le sigo a través de la oscuridad humosa de negros y rojos.
Yo siempre detrás, callada. Él siempre delante, apostando.
Yo los veo a todos. Van a caer y lo perderán todo. Me hace gracia.
Me ofrecen un gintonic. Acepto y sigo fumando a su lado. Mirando sus movimientos, sus jugadas. Suele ganar. Hoy también gana. Le es fácil. Me hace gracia.
Las cartas aparecen en el tapete encantadoras, como vedettes de espectáculo nocturno, a través de humaredas de puros baratos.
Él nunca me mira, pero sabe que me tiene a su lado. Soy como esas gafas de sol que lleva en su pelo, que le costaron un pastón. Su rico adorno. Le beso. Sus mejillas arden. Va ganando.
Empiezo a aburrirme y miro a la barra. Voy a por otro gintonic, pero él se agarra a mis medias con suavidad. Espero entonces. Queda poco.
El jugador se levanta satisfecho, intoxicado por miradas sospechosas y murmullos de trampa. Me agarro de su hombro y sonrío dulcemente. Un viejo que iba a llamar a la policía se hipnotiza con mis ojos.
El paso se vuelve apresurado y nos golpea el frio de la mañana.
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Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Excw¿elente relato, pero viniendo de una mujer, que imagino defensora de sus derechos, como buena fémina, no me agrado la idea de sumisión que da con frases como <
Mascarell, lo políticamente correcto aburre a veces. Piensa que es un relato.
Gracias por tu comentario y un abrazo.
Precioso Eva, me ha hecho mucha gracia una frase jejeje. Ya te la diré en secreto shuss. Como siempre precioso cuídate.
Mmmm ... Intrigada me dejas Desi, jeje.
Besos.
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