

Viernes, 14 de enero – Casa de la Cultura de Alzira – 20 y 23 horas (2 sesiones) – Entradas 1’50 y 2 euros
Ficha técnica
Interpretación: Magaly Solier (Marcela), Celso Bugallo (Amador), Pietro Sibille (Nelson), Sonia Almarcha (Yolanda), Fanny de Castro (Puri).
Producción: Fernando León de Aranoa y Jaume Roures.
No recomendada para menores de 7 años.
Marcela es una mujer joven en apuros económicos que encuentra un trabajo para el verano cuidando de Amador, un señor mayor postrado en cama, en ausencia de su familia. Cree ver así sus problemas resueltos, pero a los pocos días Amador muere, dejando a Marcela en una difícil situación. Su fallecimiento la deja sin trabajo, y eso es algo que ella no se puede permitir. Enfrentada a un difícil dilema moral, Marcela va a demostrar que no siempre la muerte puede detener la vida.
Regresa Fernando León de Aranoa con una película entrañablemente humana y cargada de cuestiones existenciales. “Amador” se nos ofrece como un verdadero rompecabezas moral, con un comienzo de marcado carácter social que cede pronto ante la necesidad de dos personajes solitarios. Son Amador, un anciano postrado en su cama y al que su hija no presta mucha atención, y Marcela, una inmigrante peruana que acepta el trabajo de cuidar al enfermo para ganar algo de dinero. Él esconde un secreto que le ayuda a distraer a la muerte, y ella otro que le anima a esperar una nueva vida. Los extremos de la existencia coinciden en una habitación, y esas dos almas se entienden con miradas y silencios, con la complicidad que les lleva a confiarse lo que no les han desvelado a su hija o a su pareja, con la generosidad de saberse necesitados y estar dispuestos a dejar al otro un hueco en este mundo.
Pobreza e inmigración, precariedad laboral e ingratitud filial, prostitución, pero sobre todo una mirada humana a la soledad y a la necesidad de sentir el cariño, un intento por dar respuesta al mal en el mundo — ¿se esconde Dios tras las nubes porque se avergüenza de lo que creó, o de lo que los hombres hacen?, se preguntan los protagonistas—, y también una conciencia que se debate entre lo que debe y lo que necesita. Un dilema moral que Marcela se plantea desde su inocencia y buena fe, en una lucha por la supervivencia material y por la estabilidad afectiva. Ella está hecha un lío y acude a rezar, pide consejo y huye hacia adelante… intentando que las flores perfumadas ayuden en la impostura y simulación, y llegue el final de mes. Herida emocionalmente cuando Nelson no quiso ser padre hace dos años, ahora calla y espera… También espera Amador la respuesta a su carta urgente, sabedor de que nada puede recibir de una hija egoísta y poco comprometida.
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