Apreciación literaria de Eva Borondo
“Yo, que ya conocía algunos relatos, he disfrutado con la relectura”
Calentito y de la Argentina (me gusta utilizar el artículo delante; da un tono más exótico y lejano) me llegó hace varios meses el libro de relatos de Diego Fonseca, autor del blog El Gemelo Malvado y otros.
Hay dos narraciones algo más largas (Caramelos de Omega 3 y El último comunista de Miami) que enmarcan el libro ubicándose al principio y al final de éste, y el resto se desarrollan más brevemente.
Caramelos de Omega 3 es un relato ameno, lleno de humor e ironía. Sin entrar en valoraciones, personalmente se me atravesó un poco por el exceso de digresiones o pausas reflexivas y descriptivas, que rompen el hilo del relato, ya dividido en un primer momento por las dos historias paralelas que se van desarrollando (narrador-esposa y madre-plomero).
El culmen de este tipo de disertaciones llega con el paréntesis descriptivo de las “islas verdes”, anécdota intrascendente que ocupa un espacio importante en el libro. Estilísticamente estas digresiones introducen situaciones cotidianas de humor y al mismo tiempo reflejan el desorden de las conversaciones humanas.
Sin embargo, si vamos al segundo relato extenso, El último comunista de Miami, se desarrolla de forma distinta, y casi opuesta, pues produce la impresión de diapositivas. Esto lo consigue con frases muy cortas y un exceso de sucesos e informaciones encadenadas unas detrás de otras.
Este cuento se centra en la crisis de las hipotecas y en la cadena de acontecimientos relacionados, como lo despidos y los abusos de banqueros. Los diálogos son magníficos.
Acercándonos a los relatos breves, encontramos:
Allume le feu, dedicado a las personas que viven la vida que otros desean y que en realidad es engañosa, por aquello de que la felicidad está en uno mismo.
Otros describen la miseria moral de sus personajes, la “conciencia suspendida”, como Cinco neto, Bananas para monos (la barbarie dentro de la civilización) o Mister Magoo (la barbarie en un mundo salvaje). En Caracas de noche los personajes son esperpénticos.
El hombre de los perros narra la insignificante vida de un vagabundo que se erige global a la insignificante vida de cada ser humano.
Fonseca es un maestro en el uso de los diálogos y así aparece en Powerpuff girls.
Churretes, farolas y lamparosas trolas es un relato intrigante, que mantiene el suspense hasta el final y que deja al lector ahogado en la misma duda que el protagonista.
Bailarina de Cabaré nos remite con el personaje de Ana y Estación Alicia a su novela La Revoluta. La idea fundamental del relato es la vulnerabilidad de la educación en el tradicional tipo de enseñanza basado en la fe ciega a la figura del maestro. El miedo a no plantearse la certeza o veracidad de lo que nos cuentan y la manipulación de la información en manos de poderosos. Igualmente podría extrapolarse a los medios de comunicación y a las masas de ciudadanos que no cuestionan lo que se les dice.
En Batido de Herbalife encontramos el ejemplo de esas ingeniosas y delicadas descripciones minuciosas y pausadas, bien labradas en su expresión. En este caso una gota de sudor resbalando por el cuerpo del personaje.
En Una buena y sana sopa de pollo el narrador se demora en el personaje y sus pensamientos desordenados durante unos minutos en los que dedica a elegir una lata de sopa del supermercado.
La escena grotesca de la familia de los gordos y la “cosificación” que de ellos hace, muestra el desprecio hacia los personajes, títeres feos, ausentes de sentimientos.
La huida del protagonista ante un accidente fortuito revela la crítica sobre el abuso que algunos ciudadanos realizan amparándose en unos derechos excesivamente proteccionistas.
El azar y los héroes es un maravilloso relato de inocencia y fantasía. Florece el niño que llevamos dentro en un simple acto cotidiano en un momento de soledad. Bello, bien escrito y emotivo.
En general, South Beach es un libro que te saca sonrisas, algunas carcajadas, pero ni una lágrima ni conmoción, en cambio te hiela la sangre y te hace reflexionar.
Los relatos de Fonseca son una obra de ingeniería artística y el material de construcción es la idea, la idea que cobra forma en la palabra y en la expresión exacta, a menudo disfrazada en metáforas brillantes y comparaciones lúdicas.
Yo, que ya conocía algunos relatos, he disfrutado con la relectura.
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