

Parroquias y feligreses
Sagrada Familia, Santos Patronos, La Encarnación y Virgen de Lluch
Hace ahora 40 años -el martes día 8 se cumplirán- que tomaron posesión de las nuevas parroquias Sagrada Familia, Santos Patronos, La Encarnación y Virgen de Lluch, los sacerdotes Juan Friedland Prats, el alcireño Dr. Bernardo Mascarell García, Miguel Sáez Artés y Joaquín Nadal Steinfelder, respectivamente.
El 29 de diciembre de 1953 era publicado en el Boletín del Arzobispado de la diócesis valentina por el prelado Marcelino Olaechea y Loizaga.
Como decía el entonces arcipreste y párroco de Santa Catalina, Antonio Sánchis Castellano, en la revista Murta que editaba el Instituto Laboral Rey Don Jaime, “todos saben de sus templos... provisionales, capilla, ermita o pedacito de casa prestada; de sus casas abadía..., que llegan a ser hasta vivir a pensión, sin sus familiares”. Y llegó el 8 de marzo de 1954, cuando estos cuatro nuevos sacerdotes tomaron posesión de su parroquia y feligresía.
Esta parroquia, en la actualidad, está ubicada en un bajo del complejo de viviendas de la Sagrada Familia de la cooperativa que fundó el sacerdote José Vilar Esteve a principios de los años 60. Desde entonces ha estado el proyecto de construir una iglesia de nueva planta, independiente de cualquier edificio ocupado por vecinos, habiendo transcurrido 30 años sin llevarlo a cabo.
Al llegar su nuevo párroco, Juan Friedland, la pequeña sirvió de iglesia a modo de ermita, hoy desaparecida, que se situaba al final de la calle Callao, frente los edificios de la Sericicola, —después Estación Naranjera y, finalmente Hogar Eucaristía—. En la sacristía de aquella iglesia nacería la emisora parroquial La Voz de Alzira que años más tarde, en 1965, fusionada con Radio Castellar, sería lo que hoy conocemos como la COPE de nuestra capital de provincia.
El sacerdote alcireño, doctor en teología, Bernardo Mascarell García, cuando fue nombrado párroco de los Santos Patronos era coadjutor de Santa Catalina de su ciudad natal y, al mismo tiempo, atendía la de Benimuslem —donde descansan sus restos—. Tampoco disponía este buen sacerdote de un local para ubicar su iglesia y comenzar a reunir a la feligresía; si bien comenzó esta parroquia en el oratorio-capilla de la Casa Beneficencia, hasta que un grupo de feligreses de esta barriada, entre otros muchos, José Mengual Peris, Manuel Montagud Ricart, Francisco Arbona, Esteban Quilis... formaron la junta pro-construcción de nuevo templo que se levantaría en la nueva zona de ensanche cercana a la partida deLes Basses. Don Bernardo Mascarell ya no disfrutaría el ver construido el nuevo templo, que fue bendecido en 1966, siendo el primer párroco José María Mestre Pizarro.
La actual parroquia de la Encarnación, anterior convento de capuchinos, fundado y sufragadas las obras a expensas del beato Juan de Ribera, hoy canonizado, comenzó a construirse en 1602, terminando la obra en el mes de octubre, tres años más tarde. Por otra parte, la iglesia fue edificada en el siglo XVIII, en 1772. En 1835 debido a la exclaustración, la Administración Nacional, cedió al Ayuntamiento el convento e iglesia para ubicar allí el Hospital Santa Lucía, dependiendo el templo de la parroquia de Santa Catalina, prestando servicio a las religiosas Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, hasta el año 1954 en que fue erigido parroquia, tomando posesión el sacerdote Miguel Sáez Artés, volviendo por un tiempo a ser regida por los PP Capuchinos.
Por decirlo de alguna forma, ésta era más humilde que las otras tres. No disponía el nuevo sacerdote de local para impartir su ministerio y reunir a los fieles. El párroco que venía procedente de la parroquia de San Miguel de Enguera encontró en la feligresía el calor humano y una gran acogida. No se entretuvieron los vecinos de aquella parte de Alzira, antiguos feligreses de San Juan y se pusieron a trabajar con ahínco. Don Joaquín no disponía ni de ornamentos para celebrar a la misa. Tomás González Tormo le cedió una pequeña planta baja, en la calle Camilo Dolz, para comenzar y, poco después, el Ayuntamiento le prepararía un aula en el colegio Francisco Franco —Blasco Ibáñez hoy— donde cabían unas 60 personas, hasta que sus feligreses formarían una junta pro-construcción de una iglesia de nueva planta.
Una piadosa alcireña, Amparo Simarro Redal, les cedió un campo y con el beneficio de su venta adquirieron un solar en la calle Pedro Esplugues y el 4 de junio de 1961 se puso y bendijo la primera piedra, siendo padrinos los alcireños Luis Suñer y Amparo Simarro. Años más tarde, en 1966, comenzaron las obras sobre los planos que diseñaría el arquitecto técnico alcireño José Luis Enguix Mengual y que llevaría a cabo la obra el constructor Octavio Simó, que lo terminaría en el tiempo récord de cinco meses.
El jueves, 8 de septiembre de ese mismo año, a las ocho y media de la tarde, era bendecido por su párroco Joaquín Nadal, al que acompañaron el teniente arcipreste José Granero; el canónigo penitencial de la Colegiata de Gandía, Pedro Mauri Rubio y sacerdotes alcireños. La representación ciudadana la ostentaba el alcalde accidental, Ramón Flor Ortells con la Corporación Municipal y otras autoridades locales.
Muchas fueron las personas que se distinguieron trabajando en la puesta en marcha de las nuevas parroquias y como muestra de ello una fotografía de la época en la que reconocemos, entre otros, -muy pocos son los que no hemos podido identificar- a Mercedes Furió, Juan Durá, Enrique Amat, Miguel Durá, Fina Amat, José Palacios, Salvador Boquera, Fernando Albado y Milagros Martí, en la fila superior; Hermina Navarro, Consuelín Durá, María Cruz Carrió, Matilde Tórtola... del primer grupo de jóvenes de Acción Católica de la parroquia de la Virgen de Lluch.
San Roberto Belarmino definió la iglesia como “la reunión de todos aquellos que profesan una misma fe y participan de los mismos sacramentos, bajo el gobierno de los legítimos pastores, en especial del romano pontífice, único vicario de Cristo en la tierra”.
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