Secreto: la combinación de colores y formas
Artículo de opinión de Carlos Ramírez
“Es más fácil reconocer que recordar”
Carlos Ramírez
Todos los sistemas de memoria, incluso los de los ordenadores, necesitan un lugar donde depositar y almacenar toda la información correspondiente. El ser humano emplea el cerebro como lugar para situar cualquier dato proveniente del mundo exterior.
Cualquier aspecto que visualicemos, observemos o nos llame la atención, va a pasar por un proceso de memoria consistente en tres fases: codificación, almacenamiento y recuperación.
Cuando una persona es testigo de cualquier suceso como, por ejemplo, un robo, un accidente de tráfico o, incluso, un asesinato, almacena de inmediato dicha situación en su memoria de información; es decir, en el cerebro. Pero, ¿es siempre cierta la información declarada por un testigo a pesar de reafirmar su seguridad ante los hechos? Por mucho que un testigo indique que está seguro de que lo que ha visto es “eso”, no siempre resulta fiable su manifestación posterior. El testimonio en cuestión puede estar influenciado y afectado por muchos factores, principalmente el contexto que ha rodeado el incidente. Por ejemplo, en el caso de un delito de asesinato, el testigo puede padecer cierto estrés producido por la violencia de la situación. Además, nos podemos encontrar el llamado efecto de expectativas o estereotipos, basado en la experiencia adquirida por una persona a lo largo de la vida; es decir, cuando esperamos ver una determinada cosa, esté o no presente, es muy probable que nos parezca verla. Ante esta situación, la mayoría de los testimonios desvirtúan y distorsionan la información. Todo ello influye a la hora de recordar algún acontecimiento o describir el rostro de un individuo que ha cometido un hecho delictivo.
es más fácil reconocer que recordar
Cuando se pretende identificar a un sospechoso mediante el denominado retrato robot, el testigo no suele acordarse con exactitud de los rasgos faciales del presunto delincuente, soliendo mezclar rostros y rasgos conocidos y vistos recientemente. Sin embargo, cuando el testigo tiene que reconocer al sospechoso a través de una rueda de identificación –diversas personas de similares características, entre ellos el autor de los hechos, posan ante el testigo para que éste lo identifique positivamente– es más fiable y más sencillo que el método anterior. Por ello, se dice que es más fácil reconocer que recordar. Desde esta perspectiva, la identificación errónea sería algo anecdótico, puesto que, en caso de duda, se abstendría de identificar.
* Carlos Ramírez es alzireño y estudiante de Criminología en la Universidad de Valencia
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