EL SEIS DOBLE
lunes, 14 de noviembre de 2022
La autodeterminación de sexo
Opinión: María Felicidad Grande
Opinión: María Felicidad Grande
'Lo que no entiendo, aunque lo respeto profundamente, es que haya personas que no se sientan identificados con ningún sexo'
Los progres lo llaman autodeterminación de género, pero yo, siguiendo las enseñanzas de mi admirado Arturo Pérez Reverte, pienso que género es lo que tienen las palabras. Las personas tenemos sexo. Pues bien, ante la posible aprobación en el congreso de la llamada “Ley Trans”, ya aprobada en consejo de ministros, se me están ocurriendo ideas bastante pintorescas.
Quien haya leído el primer artículo que publiqué en este periódico digital, “La obscenidad del tres”, entenderá que no soy precisamente una mujer conservadora en cuestiones de sexo. Entiendo perfectamente que haya personas que se sientan atraídas por otras de su mismo sexo y que vivan con ellas hermosas historias de amor. Tampoco me escandaliza que haya quien pueda mantener relaciones sexuales gratificantes con otras personas de uno u otro sexo, los llamados bisexuales. De hecho, yo, que me considero profundamente heterosexual y que sé muy bien lo que me gusta, no dejo de reconocer que hay mujeres hermosísimas con las que no me importaría compartir cama, eventualmente.
Pero hasta ahí llego. Lo que no entiendo, aunque lo respeto profundamente, es que haya personas que no se sientan identificados con ningún sexo, los no binarios. Yo creo que cada cual puede elegir a la pareja que le apetezca, sin más limitaciones que el consentimiento mutuo, pero siempre sabiendo lo que uno o una es y lo que le gusta.
También reconozco que me cuesta entender que haya personas que no se sientan cómodas con las características sexuales que la naturaleza les ha asignado. Pero esto es algo que, aunque de una manera muy minoritaria, siempre ha existido, así que me parece bien que se legisle para atender a sus anhelos, pero considero que es algo tan traumático, especialmente desde que he leído algo sobre los procedimientos quirúrgicos a los que hay que someterse, así como las consecuencias de los tratamientos hormonales que conllevan, que creo que solo debería autorizarse tras profundos estudios psicológicos, realizados a partir de edades en las que el individuo pueda acreditar plena madurez mental.
La ley Trans, tal como creo que está planteada, establece la posibilidad de la libre determinación de género, como dicen ellos, a partir de los catorce años, sin informe médico ni tratamiento y, a partir de los dieciséis años, sin necesidad de consentimiento paterno. Esto lo considero muy peligroso por lo que he dicho en el párrafo anterior, habida cuenta de que los procedimientos quirúrgicos para cambiar de sexo, una vez realizados son irreversibles. Pienso, pues, que algo tan trascendental, debería ser supervisado, como mínimo, por los padres, pero la ley es tan “avanzada” que convierte en un derecho lo que podría ser un impulso producto de la confusión.
Ahora bien, lo que más me llama la atención es la posibilidad de cambiar de sexo en el registro civil con una simple manifestación de voluntad. Imagino que no tardarán los más espabilados en inscribirse como mujeres para tener más facilidades a la hora de acceder a empleos en los que la exigencia física a las mujeres sea mucho más laxa que a los hombres, tales como miembros de fuerzas de seguridad, bomberos, etc. Por no hablar de las cuotas que se imponen para que un número determinado de plazas o puestos de trabajo sean desempeñados por mujeres.
Tendría gracia que después de tantos años de lucha feminista, llegasen los hombres a suplantarnos en aquello que nos corresponde. O peor aún, ¿Por qué no se declaran mujeres todos los hombres? Fin de la discriminación.
María Felicidad Grande
El Seis Doble no corrige los escritos que recibe. La reproducción de este texto es literal; fiel a las palabras, redacción, ortografía y sentido del autor/es.
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
alziro - 14/11/2022
De acuerdo con el artículo. Una cosa es mostrar empatía y tolerancia hacia las personas con disforia de género y otra muy distinta es legislar para la mayoría en base a los delirios de la minoría.
De acuerdo con el artículo. Una cosa es mostrar empatía y tolerancia hacia las personas con disforia de género y otra muy distinta es legislar para la mayoría en base a los delirios de la minoría.
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