EL SEIS DOBLE
lunes, 10 de octubre de 2022
La madre
Opinión: María Felicidad Grande
Opinión: María Felicidad Grande
"Hoy la mujer puede dedicarse a lo mismo que cualquier hombre y ocupar puestos de máxima relevancia"
Hoy la mujer puede dedicarse a lo mismo que cualquier hombre y ocupar puestos de máxima relevancia. Esto se vende como un logro social, como una liberación y no seré yo quien lo censure. Faltaría más. Pero creo que, una vez más, están intentando engañarnos al hacernos creer que lo que siempre han hecho los hombres es lo más digno, lo merecedor de alabanza y reconocimiento, así que, con más buena intención que acierto, algunas mujeres se empeñan en demostrar que también en el pasado las mujeres hemos destacado en algún campo de los tradicionalmente trabajados por los hombres, como las artes y las ciencias.
Nadie revindica, en cambio, el papel insustituible de la mujer en la construcción de la sociedad actual, libre y democrática, que hace que la fuerza y la violencia, como antaño sucedía, ya no sean valores necesarios para el triunfo. No hay demasiadas filósofas o conquistadoras militares o científicas, es cierto, porque nuestras madres, abuelas y las mujeres de todas las generaciones que nos han precedido eran algo mucho más importante. Eran la base fundamental sobre la que se sustentaba la familia, institución imprescindible para llegar hasta donde hoy estamos. Las mujeres no solo creábamos vida en nuestros vientres, sino que, en no pocas ocasiones, moríamos al parir. Luego amamantábamos a esos hombres ilustres que aparecen en los libros de historia como responsables del progreso de la humanidad. Nadie reconoce que gracias a nosotras, más que a sus padres, habían podido desarrollarse para llegar a donde llegaron.
Las mujeres no podíamos estudiar, y mucho menos ir a la universidad, pero ello no nos impedía ser médicos y enfermeras de nuestros hijos, educadoras, sin haber estudiado pedagogía, psicólogas ante sus problemas, economistas para administrar los recursos, muchas veces insuficientes, que traían nuestros maridos a casa, cocineras para preparar comidas saludables, sin ser nutricionistas, modistas para coser sus vestidos, narradoras de cuentos, sin saber escribir, confidentes, consoladoras de desengaños, compañeras de juegos, si quedaba tiempo para ello, amantes, casi siempre sin ganas, a disposición de nuestros maridos…
La madre ha sido, pues, el factor imprescindible para que la sociedad haya avanzado, técnica y socialmente hasta el punto que hemos alcanzado hoy. Son sus valores de amor y abnegación los que han inspirado la justicia social y la solidaridad.
He dado a entender al principio de este artículo que me parece justo y necesario (como dicen o decían en misa, cuando yo asistía) que las mujeres podamos hacer lo que nos dé la gana. Pero que ninguna mujer con carrera, con trabajos que hace dos generaciones eran inconcebibles para nosotras, se
sienta superior a su madre a su abuela porque probablemente no lo es, sino todo lo contrario. Siguiendo la estela de los hombres, tal vez nos estemos perdiendo.
Termino este artículo alabando a la alcaldesa de Alzira, Elena Bastidas, (mujer tenía que ser) por haber ordenado erigir un monumento a la madre que se encuentra junto a la parada de taxis en la avenida. Creo que es lo mínimo que se merecen y lamento que no haya uno mucho más grande en las plazas mayores de cada uno de los pueblos del mundo.
María Felicidad Grande
El Seis Doble no corrige los escritos que recibe. La reproducción de este texto es literal; fiel a las palabras, redacción, ortografía y sentido del autor/es.
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