La aventura de escribir | Juan Pablo Giner
La aventura de escribir | Juan Pablo Giner
En mi primer artículo sobre lo que he dado en llamar “La aventura de escribir”, hablaba, entre otras cosas, del fenómeno único que se da en la lectura, que no es otro que esa especie de autoría compartida que se da entre el autor y quienes leen una de sus obras. El autor propone personajes, paisajes y emociones y cada lector las recrea en su mente según su propia sensibilidad y capacidad de imaginar. Pienso que una novela es percibida de forma diferente según quien la lee, y que para poder disfrutar de una novela, es necesario que el lector tenga cualidades que, desgraciadamente, cada vez abundan menos por culpa de la narrativa audiovisual que raramente deja espacio a la imaginación.
La sensibilidad y la capacidad de imaginar son cualidades que pienso que abundan más en las mujeres que en los hombres. Esta es, en mi opinión, la razón por la que hay más lectoras que lectores.
Muchos de ellos, como me sucedió a mí, sienten en algún momento la tentación de convertirse en autores para crear sus propias historias. Esto explica que el número de escritores crezca de manera abrumadora, de la misma manera que el número de personas que se interesan por lo que escriben los demás vaya disminuyendo. Hoy en día, solo los autores famosos, convenientemente promocionados por sus editoriales, pueden llegar al gran público y vivir, muy bien (y muy merecidamente), de su trabajo. Hay muchos autores, muy buenos, que nunca alcanzan la fama y el reconocimiento que merecen. Tal vez porque ya no quedan lectores para cubrir tanta oferta.
Los autores que no somos famosos (ni tan buenos), encontramos la recompensa a nuestro trabajo en lectores, algunos muy fieles, que nos hacen llegar sus comentarios y nos reafirman en nuestro empeño de seguir inventando personajes y tramas. Puedo dar fe de esto, ya que una de las satisfacciones más grandes que vivo, de vez en cuando, se da cuando alguien, a quien apenas conozco, o simplemente no conozco de nada, me felicita por alguna de mis novelas, en persona o a través de redes sociales.
Así pues, los lectores, que son en definitiva quienes dan sentido a la literatura, participan de una manera activa, aunque no se den cuenta de ello, en el milagro de la creación de las novelas.
Por ellos merece la pena hacer cualquier esfuerzo.
Añadir un comentario