La aventura de escribir | Juan Pablo Giner
La aventura de escribir | Juan Pablo Giner
Una novela tiene que basarse necesariamente en los hechos que llevan a cabo o que padecen ciertos personajes. Su creación y su definición son unas de las partes más importantes en la novela. No pocas veces el buen resultado de este proceso determina el éxito de una obra literaria.
Volviendo al tema tratado en el artículo anterior de los novelistas de brújula o de mapa, podemos encontrar en la creación de un personaje situaciones diferentes. El escritor de brújula puede encariñarse con el personaje a medida que lo va poniendo en diferentes situaciones y hacer que el villano no lo sea tanto o que exista alguna justificación para que lo sea. Pude hacer que la protagonista muestre dudas o debilidades y que no sea tan perfecta como se la había percibido en un primer momento. Esto es más difícil que le suceda al personaje de un novelista de mapa cuyo carácter y destino ya está predeterminado antes de su nacimiento.
En cualquier caso, entre el creador y sus personajes se establece inevitablemente una relación muy especial. El autor ama a sus personajes pero los maneja a su antojo. En un sentido absolutamente figurado, el novelista es el dios creador que puede repartir felicidad o amargura a su absoluto capricho para disgusto, en no pocas ocasiones, de ese coautor de la novela que es el lector.
Yo, que me considero más novelista de brújula que de mapa (entre otras cosas por mi absoluta pereza), mantengo una relación muy especial con mis personajes. Me pasó con la inspectora Elena Manzano a la que mataba en el borrador de la primera novela en la que apareció como protagonista, “La sonrisa de la inspectora”, pero a la que no tuve más remedio que rescatar para que protagonizase otras muchas novelas de las que me siento muy satisfecho.
Añadir un comentario