La aventura de escribir | Juan Pablo Giner
La aventura de escribir | Juan Pablo Giner
Decía en mi comentario anterior que escribir una novela era como embarcarse en una aventura. Pues bien, para avanzar en su previsible incertidumbre, el escritor puede utilizar diferentes métodos que caracterizan, de alguna manera, su propia personalidad. Se dice, con respecto a esto, que hay novelistas de brújula y novelistas de mapa.
El primero tiene una idea de lo que quiere contar, pero no se cierra a ninguna posibilidad. Empieza su relato y siguiendo las indicaciones de la brújula de su intuición y de sus experiencias, como escritor o como lector, va avanzando en la senda que simplemente adivina. A medida que va avanzando en la feraz selva de la imaginación, va descubriendo situaciones y va creando personajes que, en muchas ocasiones, le obligan a improvisar soluciones a los problemas que él mismo se va generando. Cuando termina su obra mira el camino que ha recorrido y comprueba que es diferente al que había previsto, no obstante lo cual, casi siempre le resulta muy satisfactorio.
El novelista de mapa es bastante diferente. Para él, escribir una novela, además de un ejercicio de creatividad, es un trabajo meticuloso en el que muy pocas cosas se dejan al azar. Traza esquemas antes de comenzar su narración, describe a los personajes con patrones que él considera convenientes. Invierte muchas horas en el trabajo de documentarse, porque sabe, insisto, antes de empezar a escribir, todo lo que va a suceder.
En mi opinión, los dos métodos son válidos. El novelista de mapa ofrece obras de una consistencia indiscutible. El novelista de brújula es más anárquico y quizás por ello sus obras tienen más espontaneidad y resultan más asequibles al lector. La calidad del resultado, obviamente, dependerá exclusivamente del talento del autor.
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Hay que ser muy bueno con la brújula para conseguir buenas novelas; se nota cuando un autor se deja llevar por las sensaciones y acaba en enredos de los que sale más o menos bien. Los finales improvisados se notan. Pienso que es conveniente saber lo que se quiere contar y tener un mapa, pero el mapa debe ser un documento vivo que se revisa y actualiza.
Una historia no tiene que ser un bloque fijo e inmóvil.
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