La aventura de escribir | Juan Pablo Giner
La aventura de escribir | Juan Pablo Giner
Según el diccionario de la RAE, la palabra “aventura” se puede definir como empresa de resultado incierto o que presenta riesgos. Efectivamente eso es lo que afrontamos cuando empezamos a escribir una novela, una aventura, un viaje emocional cargado de ilusiones y de incertidumbres que nos hace sufrir y gozar desde su concepción hasta su alumbramiento.
El escritor asume la tarea de crear. De crear un pequeño mundo donde habitan los personajes que se van a someter a sus caprichos. Personajes que se doblegarán a la todopoderosa voluntad de su autor. Personajes que matarán, que morirán, que amarán o serán amados. Personajes que nos mostrarán, sin ser conscientes de ello, hasta sus más ocultos pensamientos. Que lucharán tratando de rebelarse contra un destino que la inapelable voluntad del autor les impondrá de manera implacable.
Pero esa aventura es incompleta si no hay un destinatario que la reciba, que la juzgue y valore, que sea seducido por las peripecias de sus protagonistas y que, sin darse cuenta, participe en la creación de ese universo que ha “parido” el autor. El autor plantea personajes, situaciones, emociones, pero cada lector las recrea de una manera personal que no siempre coincide con el carácter que les ha querido dar el autor. Entonces se produce un milagro. El lector está creando en su mente el rostro de los personajes y siente las emociones que se le plantean en función de sus propias vivencias, con lo que finalmente escribe de alguna manera su propia novela a la que le da un sello personal e intransferible.
Esta creación compartida, que es inconcebible en el cine o la televisión, donde todo se nos da hecho, es lo que hace que la aventura de escribir, con todos sus riesgos, valga la pena.
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