Artículo de opinión de Xavier Cantera
“Se produce, inconscientemente, una lucha por contar la experiencia nocturna más fresca frente a los demás y castigar un poco a los que se han quedado en la ciudad”
Escenas de cama
O por lo menos, no nos dejan dormir. Esta experiencia, bastante generalizada en este verano calurosísimo y de crisis real para muchas personas que no han podido salir de vacaciones a destinos más refrescantes, es uno de los temas de conversación con los amigos, cuando al final de las vacaciones, intercambiamos informes meteorológicos sobre los días pasados fuera de nuestros lugares habituales de residencia.
Se produce, inconscientemente, una lucha por contar la experiencia nocturna más fresca frente a los demás y castigar un poco a los que se han quedado en la ciudad, con frases como: “Con una manta nos tapábamos, oye”, o “Dormíamos con pijama de invierno”, decía un amiga. “Nosotros no tanto, pero la ventana cerrada y una sabanita por encima,” decía otra. Rápidamente intervenía quien, no habiendo salido de la ciudad y habiéndose pasado por el forro las recomendaciones del ministro sobre el ahorro energético, fardaba de sus noches polares con el aire acondicionado a toda paleta, aunque ocultaba sus peleas con la parienta, afectada de picores en la garganta y con alguna visita a la consulta de urgencias.
Las diferencias de las noches caniculares, según se hubieran pasado en la playa, en la montaña o en la casa de la ciudad, se agudizan cuando los amigos se intercambian información, también obligada, sobre los kilómetros recorridos diariamente por cada pareja: desde el Sicania hasta la escollera, desde el albergue hasta la Peña del Diablo, desde el apartamento hasta Lago Azul, desde los Pabellones Valencia hasta Culla, trayectos repetidos todos los veranos pero que cada año nos cuestan un poco más porque la edad no perdona. El valor añadido de estos paseos está reconocido por lo bien que se duerme después sin pasar calor, dicho esto con retintín.
Estas experiencias demuestran la solidez de los matrimonios maduritos identificados con su veraneo, en contra de los informes psicológicos y sociológicos sobre el aumento de las separaciones matrimoniales después del verano por el mayor número de horas de convivencia de la pareja en esta época estival, este año, marcada por la crisis, la cual ha hecho, y no es positivo, descender el número de divorcios para evitar gastos extras.
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Cierto Xavier, siempre te encuentras con quien te da pelos y señales de lo a que nosotros nos hacia falta. En navidades que tú estas helado, te comienzan a salir las branqueas de tanta lluvia incesante siempre tropiezas con quien te ánima pues él se marcha de vacaciones al Caribe. Y en verano al revés jejeje. ¡Que gente! por cierto estuve de vacaciones Xavi, pero hacia el mismo calor que aquí de echo estuve a 7 minutos de aquí, pero fueron vacaciones jejejeje, cuidate.
Como uno más de la inmensa legión de peripatéticos que nos bañamos los piés desde el Sicania a la escollera respirando mar, me sumo a los agraviados que tendremos que aguantar a los caminantes de Santiago, a los cruceristas y como no, a los de, "como en casa en ningún sitio".
Pero, eso si, volveremos negros como churrascos pasados de fuego, con las piernas de acero (alguna cojera por la arena y el desnivel) y dispuestos a dar guerra después de haber tenido que escuchar (muy a nuestro pesar), a estos madrileños que dicen tener linea directa con los entresijos del poder y creerse el centro del mundo, mientras veranean 20 en un piso de 60 m2 en 4ª linea.
saludos.
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