Por: Alfonso Rovira
“Era un hombre dedicado completamente a su trabajo, fue un artista que quiso pintar un ángel negro pero se lo prohibieron”
La Asociación Cultural de la falla alcireña de la Plaça de les Germanies, celebra su semana cultural con una exposición de pinturas de Salvador Gil, en el Museo Municipal, entre viernes 14 de este mes de mayo y el 30 de junio
Este cronista, que en la época en que se realizaron las pinturas, era escolanet de Santa Catalina, por que presenció diariamente el bien hacer, el 28 de junio de 1996, publicaba en las páginas de Levante-EMV, una crónica sobre los trabajos del pintor valenciano en la iglesia de Santa Catalina, de Alzira, de la que aprovechamos la ocasión para ampliar la información de esta exposición pictórica.
El 13 de mayo de 1936 fue incendiada la iglesia de Santa Catalina. Al terminar la contienda fratricida, en 1939, las naves del templo presentaban un estado deplorable; paredes, bóvedas, capillas, atrios y claustros estaban completamente negros por el alcance del humo producido por las llamas.
Cuando el que fue arcipreste y párroco de Santa Catalina, Antonio Sanchis Castellano, tomó posesión en Octubre de 1942, ya se habían picado y lucidas las paredes por José Parra Redal, maestro de obras que fue del ayuntamiento alcireño y a este sacerdote setabense le correspondió poner en orden el templo y adecentarlo llevando a cabo el proyecto de pintura el artista valenciano Salvador Gil, auxiliado por el decorador Juan Cabanes y Francisco López Pardo. Esta costosa restauración dio comienzo el 1945, con el montaje primeramente de unos andamios de madera que se trasladaban de lugar movidos por unas ruedas en la base de los mismos, por la nave central del templo. Otro andamiaje se montó fijo en lo que hoy es altar mayor para decorar lo que vulgarmente denominamos la mitja taronja. Las maderas para este menester, las facilitó el transportista alcireño, Bernardo Pascual Carrió, el suecá, que las trajo del Grao de Valencia para este menester.
En 1946 se acercaron a la iglesia para curiosear los trabajos que se estaban llevando a cabo, dos mozalbetes, José Goig del Poyo -afamado acuarelista— y Alfredo Fluixá, ambos jóvenes pintores. Allí contactaron con Juan Cabanes, quien les manifestó la necesidad de contratar a un aprendiz. Pepe y Alfredo ya trabajaban ayudando a sus respectivos padres en el oficio de la pintura, pero le indicaron que el hermano de Pepe, Paco, podía hacerse cargo de este trabajo, por lo que a los 14 años Francisco Goig comenzó la andadura en este mundo del arte, de la experta mano de Salvador Gil, quien terminó la obra de lo que hoy podemos contemplar en esta iglesia transcurridos 75 años.
Salvador Gil, era un hombre dedicado completamente a su trabajo; ascendía al tajo cada mañana y no bajaba hasta el atardecer; había incluso que subirle la comida del mediodía, por lo complicado que estaba el subir cada día bajo las bóvedas.
Entre las muchas anécdotas que sucedieron, se encuentra una muy graciosa. Pintando Salvador Gil en la bóveda de la media naranja, por aquella época el cantante cubano Antonio Machín, estrenaba una melodía que se hizo muy famosa, Angelitos negros; al pintor valenciano se le ocurrió poder pintar un ángel negro entre las figuras pictóricas que estaba creando, pero antes consultó con el párroco, quien no lo autorizó.
Las pinturas al óleo, cuya preparación, como dar la cola a las paredes corría a cargo de Paco Goig, las podemos admirar hoy; Amet escuchando cánticos monacales cistercienses cerca del monasterio de Poblet; cerca de Alzira, Bernardo, María y Gracia, saliendo de la espesura del bosque, asomándose al Júcar; aparición de la Virgen de Lluch en la Montañeta a un pastor, -aunque esta representación nos parece que no corresponde a la época, ya que debería figurar el ermitorio del Salvador, en vez del Santuario actual-; rendición de Algezira al Rey Jaime I y aparición y hallazgo de la Virgen de la Murta a los monjes jerónimos.
En la media naranja, sobre cuatro pechinas, Salvador Gil pintó a los evangelistas y sobre estos un tambor en cuyos vanos asoman San Vicente y ángeles portando el escudo de la ciudad; San Vicente Ferrer y San Luis Beltrán; Santo Tomás de Villanueva y un mendigo; el arzobispo de Valencia Marcelino Olaechea y el arcipreste Antonio Sánchis; el rey don Jaime y soldados; ángeles; el Papa y San Lorenzo; la beata Inés; Santa Catalina de Siena y Santa Micaela del Santísimo Sacramento. La cúpula se eleva y en su concavidad se representa la Gloria, sobresaliendo entre nubes ángeles y los mártires Bernardo, María y Gracia. Esta cúpula fue pintada por el alcireño Tomás Parra Albentosa, siendo destruida en el incendio de 1936, decorándola en 1946 Salvador Gil y Juan Cabanes.
Alfonso Rovira
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Gracias Don Alfonso Rovira, es un placer leer sus crónicas. Saludos.
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