Opinión: Xavier Cantera
Conforme ha ido pasando el tiempo y aumentando la "cogobernanza" se han repartido responsabilidades y hemos podido comparar las diferentes soluciones autonómicas
Una opinión más
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Xavier Cantera
Creo que es un buen momento para esta reflexión. Ante esta desgracia de la pandemia global, en la que estamos inmersos, no se nos ha ocurrido "buscar un culpable" directo del virus y de su difusión mundial, ¿Un murciélago? Al principio, descargamos nuestra impotencia y mala leche sobre la autoridad que debía habernos alertado y tomado medidas para prevenir el contagio, responsabilidad que se fue atenuando ante la evidencia de que era un mal mundial y al ver que sufrimos diferentes olas y de diversas cepas. Esta acusación de culpabilidad se hizo más virulenta porque existían unas fuerzas políticas que, aprovechando la desgracia, querían desgastar al contario político, sin pensar que, "culpando a otros, no encontramos las soluciones reales". Conforme ha ido pasando el tiempo y aumentando la "cogobernanza", se han repartido responsabilidades y hemos podido comparar las diferentes soluciones autonómicas, se ha abandonado la búsqueda de un único culpable y, en la medida que hemos tenido más cerca de nosotros a las personas responsables de tomar decisiones, parece que las aceptamos mejor e incluso ya pasamos de conocer los nombres de quienes componen los consejos sanitarios autonómicos o municipales. Ahora lo que nos interesa es hacernos oír, no por los responsables de las vacunas, sino por quienes tienen el dinero, ya que "quien no llora no mama" y, ya no interesa tanto lo acertado de las medidas, discutibles siempre, para mantener el difícil equilibrio entre salud y economía sino para exigir las ayudas de quien puede pagar lo que no se ingresa en los negocios cerrados, como se hizo, en la anterior crisis, con los bancos.
Por otra parte, durante este año, me da la impresión, que la mayoría de la ciudadanía se ha sentido responsable de cumplir las normas para evitar el contagio, ha sido partidaria del confinamiento y del cierre perimetral de los entornos donde el virus amenazaba, con detrimento de la economía, e incluso se quejaba y protestaba del comportamiento de las personas antisociales e incívicas. Pero esta ciudadanía ha sido muy comprensiva y, aunque sí ha denunciado a los grupos que incumplían las normas haciendo fiestas ilegales en su vecindario, no ha organizado una caza de culpables, para eso ya están las autoridades, y ha preferido gastar las energías en reconvertir empresas, en solidaridad con quienes necesitaban ayuda, en buscar formas de acogida y cuidados ante la desgracia. Una gran lección del pueblo llano a la clase política que quiso convertir la desgracia en un ariete para tumbar al gobierno de turno. Espero que no hagan lo mismo con las vacunas ni con el dinero que viene de Europa para reflotar nuestra economía y remen todos en la misma dirección del bien común y por la salud de todas las personas.
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