Relato literario de Eva Borondo
“Yo que siempre soñé con que me encontrara un mago, o un señor con tirantes y con la cara pintada…”
Los domingos literarios
No era culpa de la niña, pero hoy la odiaba con todas sus fuerzas. Había pasado una semana desde que la encerró en el baúl con un montón de juguetes que no usaba.
Marionetta ya no pensaba esperar más y se puso a gritar:
¿Habrase visto una niñata más caprichosa? En la vida. Pero ¡claro!, la culpa es del padre. Sí, del padre, que se va a una tienda preciosa de antigüedades para regalar una muñeca a su niña mimada. Pero ¡Oiga! ¡Yo no soy una muñeca cualquiera! Yo soy un títere. Sí, señor, un títere. ¿Sabe usted lo que es un títere? No ¿verdad? Usted coge su dinero y compra una muñeca súper preparada, ahí, con sus hilitos de seda, para que se quede tirada dentro de un baúl de cualquier manera.
Yo que siempre soñé con que me encontrara un mago, o un señor con tirantes y con la cara pintada… algún autor de teatro que me convirtiera en personaje de cuentos maravillosos, moviendo con destreza sus manos y haciendo malabarismos con la cruz de madera… pero ¿qué me depara el destino? Un terrible final en el cementerio de juguetes de esta niña rica.
No es justo, señores, que a mí me diseñó un ebanista veneciano hace ya más de un siglo. Sí, como oyen. Yo he vivido siempre entre algodones, esperando la llegada de mi titiritero genial y no puedo asimilar todavía cómo he venido a parar a manos de esta niña desconsiderada e inútil. ¡Ay! margaritas a los cerdos…
En ese momento entra en la habitación Niña, la hija mimada del hombre rico. Llora y llora. Abre el baúl y agarra a Marionetta de la cintura, con sus deditos gordos.
Niña sigue llorando y se lleva la muñeca a la cama. La arropa y le da un beso. Duerme.
Marionetta descubre que hay tragedias más grandes en la vida, como ser pequeña y no tener mamá.
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Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Genial Eva, todos al final estamos esperando al titiritero genial, o ha algo parecido que nos haga ver la paja en ojo ajeno,para que la nuestra parezca menos.Cuidate mucho.
Genial, Eva... ¡genial!
Un relato con una gran moraleja. Siempre eres capaz de sorprender. Después de una semana tan ajetreada se agradecen tus entradas.
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