Relato de Xavier Cantera
"Cuando se hizo el silencio absoluto en la casa, los personajes del belén tomaron vida y, aprovechando que el castillo de Herodes estaba lejos y apagado, empezaron los preparativos de la gran noche"
Una opinión más
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Xavier Cantera
El matrimonio había ayudado a sus hijos Elena y Ramón a acostarse canturreando la canción de "Vete a dormir", del programa de Pablo Motos. Después la pareja, saboreando un cortado descafeinado, se relajó viendo la serie de la tele. Durante la publicidad, ante la novedad de la muñeca con síndrome de Down, comentaron el anuncio evidenciando la discrepancia que existía entre ellos sobre el juguete. A Ramón padre no le parecía bien ya que podía crear entre las niñas un sentimiento maternal o de lástima hacia las persona con discapacidad, y por lo tanto no favorecía actitudes de igualdad. A María, su compañera, le parecía muy bien ya que hacía visible una forma diferente de ser persona y ayudaba a aceptar que la discapacidad no se contagia al no ser ninguna enfermedad. Ramón insistía que no se elegía el síndrome de Down por su discapacidad sino por la cara angelical que tienen cuando son pequeños y, además, que esa imagen no abarca las diferencias funcionales que existen. María, por el contrario, afirmaba que el juguete podía ayudar a la consideración de igualdad entre los niños y niñas, y pasar de jugar con una muñeca a aceptar, en sus juegos, a las compañeras y compañeros con alguna diferencia. La conversación quedó en tablas.
Al finalizar el capítulo de la serie, decidieron acostarse, no sin antes, Ramón apagar todas las luces de la casa. Sin embargo, cuando fue a desconectar el enchufe de las lucecitas del belén, se quedó admirando su obra, satisfecho de ella ya que había puesto un interés especial y, como todos los años, lo había hecho con la ayuda de sus hijos: Elena, de 6 años y Ramón de 12. Incluso habían tenido la precaución de no poner barreras ante la mesa sobre la que estaba el belén, para que sus hijos, sobre todo Ramón, en silla de ruedas, pudieran ver y tocar la figuras y cambiarlas de lugar, como hacían con los camellos de los Magos a medida que se acercaba el gran día. Repasó todas las escenas del belén incluso la de detrás de la colina, donde ya se dejaban ver los Magos de Oriente con sus pajes. Ramón respiró contento de su obra y desconectó las luces. Por la ventana, próxima al belén, entraba un claro rayo de luna llena que iluminaba el belén, haciendo real la escena como aquella noche de hacía veintiún siglos.
Cuando se hizo el silencio absoluto en la casa, los personajes del belén tomaron vida y, aprovechándo que el castillo de Herodes estaba lejos y apagado, empezaron los preparativos de la gran noche. Debían utilizar las horas nocturnas para invitar a su fiesta a todos aquellos que faltaban por miedo a los soldados de Herodes que buscaban inocentes para matarlos. Empezaron a abrirse las puertas de la granja, de la casa de la montaña, del molino y del corral donde los pastores guardaban sus cosas. (continuará)
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