Opinión: Xavier Cantera
Es necesario superar el individualismo dominante, el egoísmo rampante y el consumismo esclavizante mediante la responsabilidad social
Una opinión más
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Xavier Cantera
Estábamos algunas, pocas, personas pensionistas manifestándonos a la puerta de la Tesorería de la Seguridad Social exigiendo asegurar los recursos para pagar las pensiones e invitábamos a quienes pasaban: "¡¡ No nos mires, únete !!", pero ni caso, no se unía nadie. Si se hubieran unido algunas personas para reivindicar pensiones dignas, entonces se hubiera producido un verdadero "contagio social".
Se utilizan estas dos palabras para expresar una de las causas del dominio del Corona-virus por el agrupamiento de varias o de muchas personas sin guardar las medidas de seguridad indicadas para evitar el contagio, cuya responsabilidad recae, primero, en quien permite el hacinamiento, sobre todo, en el transporte público para ir a trabajar. A este hecho habría que llamarle por su nombre y apellido: "Contagio Antisocial". Con él se producen la transmisión o la adquisición de una enfermedad con peligro de muerte, pero no se transmite una actitud de responsabilidad social ni un sentimiento de respeto hacia la persona próxima, que es lo que hace falta para ser una sociedad civilizada y sanitariamente colaborativa mientras dure a pandemia y siempre.
El distanciamiento es la mejor manera de frenar el contagio, es la mejor forma de manifestar una de las cualidades más transformadoras de las personas humanas: "Convivir como un ser humano social y racional que busca una sana y respetuosa sociedad", porque, el contagio antisocial es, desde todos los ángulos, irracional y contrario a ser una "persona social", además de ser enemigo de la más elemental ética natural que siempre debe buscar "la felicidad personal y colectiva".
Algunos colectivos, especialmente jóvenes y no tan jóvenes, han podido valorar más el ser personas sociables que sociales o se han dejado dominar más por la necesidad de la juerga que de la responsabilidad social. Digo especialmente jóvenes, porque las personas mayores parece que tenemos más miedo, a morirnos y a estar enfermas, que las generaciones con pocas primaveras cumplidas, pero esto no debe ser impedimento para que no miren por la colectividad social, para no colapsar la sanidad y para evitar gastos innecesarios que pagamos entre todos, como cuando unas personas inexpertas e irresponsables necesitan ser rescatadas de un barranco o de la nieve por imprudentes. Es necesario superar el individualismo dominante, el egoísmo rampante y el consumismo esclavizante mediante la responsabilidad social.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades nos alientan a quedarnos en casa y evitar los viajes no esenciales. "Si debe ir a lugares públicos para cosas esenciales, practique el distanciamiento social, es decir, mantenga un espacio físico a su alrededor de 2 metros, evite reuniones en grupos, incluso en casas de amigos, parques, restaurantes, tiendas u otros lugares y utilice siempre la mascarilla y la limpieza de manos". De lo contrario, se nos adjudicará el vergonzoso título de "persona antisocial" por saltarnos las normas indicadas, tanto socio sanitarias como legales, para el bien común que, en este caso, se concreta en vida y salud para toda la ciudadanía.
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