Opinión: Xavier Cantera
El consumo de productos y servicios que nos obligan a concentraciones peligrosas de personas y en lugares que no es fácil guardar la distancia física
Una opinión más
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Xavier Cantera
Se está imponiendo el consumo sobre la prevención de la salud. El consumo de productos y servicios que nos obligan a concentraciones peligrosas de personas y en lugares que no es fácil guardar la distancia física que, junto con la higiene (toser en la articulación del brazo) y la mascarilla son la única vacuna que, por ahora, tenemos, viendo los brotes que están apareciendo en diferentes lugares de la piel de toro y fuera de ella. Siempre dijimos que "primero era la salud y después la economía" pero, con el estupefaciente y el mono del consumo o por la necesidad de trabajar para ganarse el pan, como les pasa a las personas recolectoras de los productos del campo, parece ser que la máxima no se cumple. El primer colectivo porque la escala de prioridades personales tiene rotos algunos peldaños y el segundo colectivo porque sus patronos no tienen conciencia de su responsabilidad social y aparcan a las personas hacinadas en pajares.
Por otra parte, quiero calcular que si cada par de manos que aplaudían desde los balcones estuvieran dirigidas por un cerebro tan fuerte como el corazón que impulsaba el aplauso agradecido, estoy convencido que no veríamos las concentraciones de personas que vemos, tirando por tierra con sus conductas, todos los esfuerzos del personal sanitario que ha parado el ataque de la COVID 19. Será preciso que tanta gente se exponga al contagio en esas concentraciones botellones, donde es fácil el contagio e imposible el rastreo posterior o en las terrazas saturadas en las que deberían aparecer profesionales sanitarios, con escafandras y todo, pidiendo un poco de sentido común y una pizca de responsabilidad comunitaria.
¿Y qué me dicen de la gente que va por las calles sin mascarillas? Porque si no hablaran entre ellas, aún, pero es que además de que no se guarda la distancia reglamentaria, la mascarilla ha pasado a ser de un elemento necesario para no contagiar ni contagiarse, a ser un complemento del vestuario gastándola como monedero de mano, pulsera, codera, tapa-papada o tapa cuernos, es decir: de todo, menos ser responsables de la sanidad que pagamos toda la ciudadanía. Y después nos quejamos que pagamos impuestos y no nos sienta mal malgastar recursos por no prevenir enfermedades. Y no sirve que cada cual se apañe porque, por un lado o por otro, puede estar afectada toda la peña ciudadana y hacernos volver a la casilla de salida, al confinamiento. A perder la salud y la economía porque podemos tener para largo.
El Seis Doble no corrige los escritos que recibe. La reproducción de este texto es literal; fiel a las palabras, redacción, ortografía y sentido del autor/es.
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