Un palíndromo desde mi ventana
Seguimos el caminito que nos lleva a la extinción, solos, sin ayuda
En lo mejor de lo peor...
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La noche del domingo era silenciosa y negra, apetecía tumbarse boca arriba a contemplar un cielo lleno de estrellas. Con la paciencia de un buen pescador de caña que espera, sin prisa, esa emoción de ver como se hunde el corchito que flota sobre el agua, yo ansiaba vehementemente ver una lluvia de estrellas. Necesitaba pedir un deseo después de dos meses de confinamiento por una terrible pandemia, que todo volviera a la normalidad y, además, con esa alta dosis de solidaridad y de inclinación natural al bien que muchos manifestaban desde sus balcones al no poder salir de casa.
Las coordenadas geográficas eran las idóneas, el calendario astronómico decía que era la noche de las Eta Acuáridas. Tan sólo cabía dejar pasar el tiempo
Y… el corchito se hundió, ahí estaban las Eta Acuáridas, pulcras, brillantes, como si de todas las hadas del Universo se tratara. Pedí el deseo.
El lunes amaneció radiante, concedía la bienvenida al fin del estado de alarma, las autoridades dieron el pistoletazo de salida para que los ciudadanos volvieran a su natural deambular por las calles.
Desde mi ventana indiscreta, como James Stewart, vi, entre otros, a un incívico ocupar dos puestos de aparcamiento, a un maestro de escuela tirar a deshora dos enormes bolsas de basura al contenedor y a un estúpido escupir en la acera. Supe enseguida que la gente iba a seguir escupiendo en la calle, los buenos propósitos a los que invita una reclusión se iban a diluir poco a poco, sin prisa, como el pescador…
El comportamiento de muchos humanos es un palíndromo constante. Ocurre con frecuencia, creo que los abades van a seguir dando arroz a las zorras y todos seguiremos el caminito que nos lleva a la extinción, solos, sin ayuda. Al tiempo, ¡y usted que no lo vea!
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Acabas de dibujar mi propia ventana, desde el primer día de reclusión, un coche ha estado aparcado en un tramo donde caben dos, de forma que solo podía estar este aparcado, primero pensé que podía estar así porque antes había una moto, pero cual fue mi sorpresa cuando al cabo de una semana, el dueño del citado vehículo, lo puso en marcha, avanzo un par de metros, retrocedió otros tantos, pienso que para cambiar la posición de los neumáticos, y lo volvió a dejar tal y como estaba antes, mirando delante y detrás para asegurarse de que no podían dejar otro, y estar tranquila de que no le darían ningún golpe ni rascada, esta operación, la ha venido repitiendo todas las semanas hasta el pasado lunes, cuando se ve que ha empezado a ir a trabajar, es lo que se puede llamar, civismo puro y duro, respecto a las bolsas de basura, sin comentarios.
Y ya vuelven esas motos con sus tubarros estridentes que cuentan con el habitual "son jovens, que vols que façen?
A quien le moleste que se joda
Cada cual va a lo suyo esa es la única verdad
Precioso texto. Yo también he pedido deseos mirando al cielo.... creo que muchos lo habrán hecho. Han sido momentos difíciles y extraños para todos y es más extraño aún, recuperar la normalidad. Somos latinos y no poder abrazar ni besar a tus personas favoritas, cuesta mucho, pero recuerdas los contagios y las muertes y se te pasan un poco esas ganas de abrazar. Los días han sido días sin horas, funcionando con el reloj biológico interior que te hace comer a las 16 cenar a las 03 am y dormir hasta las 13 pm. Llenando el aburrimiento con libros, películas, reflexiones, música, el seis doble y video llamadas, el resto del día otro día igual al de ayer y así 61 días desde el 14 de marzo hasta que empecé a salir un rato a pasear, a observar, a sentir el airecito rozar mis brazos, a ver a más personas caminar,y también a ver la plaza totalmente vacía. Mi primer paseo fue mágico... una especie de liberación a las 21:45 . A la normalidad no volveremos porque esto nos ha golpeado fuerte, pero intentarlo lo intentaremos, por lo menos yo. Mii deseo siempre era el mismo y sigue siéndolo. Por favor que esto pase rápido y encontrar un trabajo, esperemos que cuando lleguen las Perseidas pueda tener otro deseo que pedir.
Somos imbéciles por naturaleza, la suerte es que poco a poco vamos desarrollando algunas capacidades que nos hacen parecer personas. Si lo bello de la vida lo viviéramos día a día, no harían falta balcones y ventanas abiertas a las 20:00 durante una crisis para conocer que el vecino del segundo tiene más cosas en común con uno, de las que intuíamos por la alfombra de su puerta. Si decidiéramos retar importancia a ciertas estupideces que se valoran mucho en las redes sociales, pero que no son más que postureo, seguro que descubriríamos que los abrazos que ahora echamos de menos, antes no los dábamos. Gracias por descubrir desde la ventana la vida, esa que es más fácil de vivir, de lo que creemos.
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