Relato literario de Eva Borondo
“Tina 25 y él llegaron a casa de Gerardo esa misma tarde como una pareja peculiar y desde la primera noche durmieron juntos, aunque él nunca la tocó. Tenía remordimientos morales”
Los domingos literarios
Eva Borondo
Tina 25 es un robot humanoide, con apariencia de mujer joven, que está preparada para practicar todo tipo de medicina cardiovascular: diagnóstico, farmacología y cirugía.
En los hospitales hay equipos de trabajo formados por decenas de unidades de Tina 25, pero también pueden ser adquiridas de manera independiente a un precio elevado. El robot es caro, pero una persona con una economía media puede conseguirlo.
Gerardo es un anciano que sufre del corazón y lleva meses hospitalizado. Hoy ha decidido hacerse con una Tina 25 para poder volver a casa y no tener que depender de los auxiliares médicos.
Un celador acompaña a Gerardo al almacén para recoger una Tina 25 y le pregunta si él mismo puede elegirla. La respuesta es inmediata: “Son todas iguales”.
Gerardo no piensa lo mismo, por más que el celador insiste. Hay una Tina 25 en la segunda fila de la izquierda que le parece diferente, más bonita y sonriente.
El anciano le pide que no la empaquete, que la haga funcionar ahí mismo porque quiere pasear con ella antes de ir a casa. Y así se hace, a pesar de la advertencia de que pueden robarla.
Tina 25 y él llegaron a casa de Gerardo esa misma tarde como una pareja peculiar y desde la primera noche durmieron juntos, aunque él nunca la tocó. Tenía remordimientos morales.
Pasaron los días y Gerardo se sentía tan feliz en su casa con Tina 25, que mejoró notablemente su salud mientras ella se quedaba inutilizada en sus funciones, deseando que el hombre enfermara para sanarlo.
La vida con el anciano era aburrida. Ella sólo sabía diagnosticar y sanar, pero la ocupación era nula.
Un día ocurrió un suceso que lo cambió todo. Estaba Tina 25 quitándose la ropa para echarla a lavar cuando paseó su cuerpo desnudo por la cocina donde él estaba sentado comiendo unas aceitunas.
Era la primera vez, desde que llegaron del hospital, que sentía que los latidos del corazón de Gerardo se disparaban y, cuando se acercó, él sufrió un infarto.
Allí en la cocina, tirado en el suelo, Tina 25 le practicó una asistencia rápida, llamó al hospital y se lo tuvieron que llevar para ponerle un marcapasos.
Una vez recuperado, le dijeron que ya no necesitaría a Tina y que, si la quería entregar, en el almacén le devolverían el total del dinero, pero Gerardo no se deshizo de ella. Prefiere entretenerse por las tardes con las pulsaciones del horno en la cocina. Tina 25 las interpreta como taquicardia y se tira al suelo con él. Los dos ahora viven felices.
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Un relato muy enternecedor. A cualquier edad se puede encontrar la ilusión donde menos se espera.
Soy fiel a tu cita de los domingos. El relato de hoy un encanto Eva
Si no recuerdo mal estas muñecas o bustos creo que se llaman "Annys". Increible las sensaciones que puede darle a este anciano,hay personas que no demuestran ninguna y los humanos si que somos de carne y hueso.
Benito, Mirinda y Desi, gracias por la fidelidad y por disfrutar con los textos.
Este relato tiene un punto de humor y erotismo, pero también reflexiona sobre la importancia de sentirnos útiles en la vida para ser felices.
Eva... ¡genial!
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