¿Cómo puede morir una persona el día 4 de octubre de 1582 y ser enterrada al día siguiente, pero ser ya el 15 de octubre?
La mayor aventura de mi vida
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No existe acuerdo sobre qué enfermedad padeció y llevó finalmente a la muerte a Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada. Unos dicen que se trataba de tuberculosis, otros que malaria, o incluso puede que se tratase de la que se llamaba en la época fiebres de Malta. Sea cual fuere la dolencia que marcó gran parte de su existencia, seguro que tuvo que vivir interminables días de sufrimiento, aunque ninguno tan largo como el día de su sepelio. ¿Cómo puede morir una persona el día 4 de octubre de 1582 y ser enterrada al día siguiente, pero ser ya el 15 de octubre?
Este hecho tiene una explicación que se remonta al año 46 a.C., cuando el emperador romano Julio César introdujo un nuevo calendario cuya principal novedad fueron los años bisiestos. Aunque esta innovación supuso un arreglo importante, cada siglo transcurrido seguía ocasionando un desajuste con los equinoccios de casi un día. Seguramente, a los antiguos romanos no debió de parecerles un hecho grave, pero las estaciones llegaban cada año con más antelación, hasta que, ya en siglo XVI, el papa Gregorio XIII fue promotor de un nuevo calendario más ajustado que se implantó, casualmente, el día después de la muerte de Santa Teresa, el que debía de haber sido el día 5 de octubre de 1582. Sin embargo, debido a los ajustes necesarios para recuperar ese casi día por siglo que se había perdido, se fechó como 15 de octubre.
No todos los países adoptaron el calendario gregoriano sin rechistar. Tengamos en cuenta las discrepancias que existían, por ejemplo, entre la iglesia católica y la anglicana. Sin embargo, esto brindó una excelente casualidad que nos puso en bandeja una fecha ideal para celebrar el Día internacional del libro: quiso el azar que Miguel de Cervantes y William Shakespeare muriesen el mismo día, pero no en realidad, sino con diez días de variación, justo esa variación que había ocasionado el calendario que los ingleses no aceptaron hasta 1752.
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