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Artículo de opinión de Xavier Cantera
Son palabras que se han utilizado mucho en la recta final de las gestiones fracasadas para formar Gobierno
Una opinión más
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Xavier Cantera
Confianza, en la cultura judeocristiana dominante entre nosotros, ha significado "una actitud de sumisión o de fe ciega ante una autoridad única y suprema". Claro que, con la ilustración y, sobre todo, con la democracia, este significado ha quedado arrinconado ante el pluralismo ideológico, ante las nuevas concepciones de sociedad y, especialmente, ante la participación política de una ciudadanía mayor de edad. Entender y vivir la confianza, en el terreno de la construcción de la "res pública", como una actitud necesaria y obligada de punto de partida y no como un nivel a conseguir progresivamente mediante pactos, acuerdos, diálogo y, sobre todo, como resultado del cumplimiento de lo comprometido y publicitado en campaña, es más bien medieval. "La confianza aplicada a una organización o una empresa se refleja a base de varios factores como la calidad con la que realiza sus productos y por tanto de las evaluaciones permanentes de calidad, de códigos éticos y de su cultura o clima laboral", por ejemplo.
La desconfianza, por otra parte, es la actitud básica, como dice Pérez Royo, y normal entre opciones de diferente visión política y que ofrecen diversas propuestas concretas con voluntad de coaligarse. Creo que la desconfianza, considerada como una actitud negativa en muchas ocasiones de las relaciones interpersonales, sin embargo, en las formas democráticas de un gobierno compartido es más bien una predisposición positiva que impide la corrupción entre quienes gobiernan en coalición. La desconfianza anima la vigilancia entre quienes se han unido para un buen gobierno de la sociedad, de tal manera que ayuda y hace posible el cumplimiento de los criterios y valores éticos aceptados así como la realización de lo acordado y también los cambios, sobre la marcha, de lo pactado si son necesarios y aceptados por las partes.
Se puede así llegar a la confianza, mientras dure el camino de la gobernanza, sin dejar de tener la mosca detrás de la oreja en forma de desconfianza, no obsesiva ni malsana sino positiva, crítica y objetiva, para evitar los incumplimientos y las veleidades hacia el neoliberalismo. Lo que no es un buen comienzo ni un gesto democrático entre iguales es pedir que se retire, de la primera línea, el cabeza de lista de la organización con la que, por ser el socio preferente, dicen, se quiere coaligar para formar gobierno. Este gesto, además de ser un signo claro de no tener ninguna voluntad de formar gobierno, significa la exigencia de una confianza entendida como sumisión a una autoridad suprema y única. Vaya, propio de la Europa medieval, no de la actual, en la cual nadie lo exige ni les pasa por la cabeza plantearlo.
El Seis Doble no corrige los escritos que recibe. La reproducción de este texto es literal; fiel a las palabras, redacción, ortografía y sentido del autor/es.
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