Alzira, mi novia eterna
Tuve un maestro que era homónimo de mi nombre. Lo recordaré siempre. Eduardo Soleriestruch. Era de Carcaixent, por lo menos en esa ciudad lo conocí. Recuerdo un libro que escribió, entre otros muchos, “Alzira al cor”. Le he pedido prestado el título para estas dos poesías que me han salido precisamente del “cor” y que dedico a mi novia eterna Alzira.
Les montanyes de la meua terra
Sí, esas montañas / que se miran en el verde mar / de sus naranjos / mientras respiran su aire de azahar / con aromas de retama y romero. / De mi tierra hay que destacar / su Murta y su montaña asolada, / en ambas duermen los ancestros / de mi Alzira moruna, / llevando en sus entrañas / el mar de naranjos que las rodea / con sus espumas de blanco azahar. / Llevo yo en mi mismo / la copa que me brindaste / en tus azules cielos / y raíces de amor / en mis sueños al añorarte. / En la capella de la Verge de Lluc. / Recuerdo bien. / ¡Cómo olvidar! / Entré llevando lacerado el corazón / la mente transformada en un larga tormenta / sonámbulo, no sabía si caminaba o dormía. / Siempre lleno de recuerdos juveniles. / Siempre pidiendo anhelos íntimos. / Sin embargo, tu imagen / recordando las fervientes oraciones de mi alma infantil, / las regreso de nuevo, / haciéndolas anidar en mi alma, ya casi senil. / Torné a verme a tus pies / soñando mis sueños de la infancia / y tú imagen me alumbró el corazón / cuando apenas se abría al mundanal tráfago. / Soñé, infantiles sueños. / De repetirme misionero, / santidad después inalcanzable / y de ambiciones tejidas; / pensé en el trono, el altar y también -lo digo sin reparos- / emular al caballero del antifaz. / Soñé sueños de gloria terrena / o religiosa, en tanto que tus ojos me miraron / y mi ambición amansaron. / Aquí lloré las lágrimas más dulces / más limpias y más fecundas / aquellas que manan de un juvenil corazón / que no puede ya contenerlas. / Aquí lloré mi partida / y en tus piedras, confidentes / te puse por testigo de que yo volvería. / Ese día me sentí sólo, / bueno contigo que me escuchabas. / Y siento que me sonreías. / Nadie me oía, solo el zumbar / de alguien que fuera cantaba con alegría. / Hoy he vuelto a dejar en tus manos / más que el oro, del aro matrimonial, / roto por la pérdida de la pareja, / ya contigo, / el amor que siempre he tenido para mi moreneta, / para esa imagen pequeña / pero tan grande, / tan inmensa / cuando de lejos le pido clemencia.
Desde México, Eduardo Mascarell
Presentación de Eduardo Mascarell por Alfonso Rovira
Permítanme que presente a Eduardo Mascarell. Es un alcireño que desde México siente su Alzira intensamente. Estuvo con nosotros el pasado año 2006 en tiempo de fallas y en este, 2007, en Semana Santa. En las dos ocasiones con sumo gusto le he acompañado. En las fallas estuvo viviéndolas de muy cerca, acercándonos a los casales donde éramos muy bien recibidos. El pasado año visitó el santuario de la Patrona, donde ofreció a la Virgen, como él mismo comenta, su alianza matrimonial. En el segundo año consecutivo, la Semana Santa, le acompañé a visitar doseles y presenció el desfile procesional del Viernes Santo. Visitamos la montaña Asolá, desde donde se aprecia una impresionante panorámica. Este es Eduardo Mascarell, alcireño y amigo que falta de su ciudad natal más de medio siglo, pero no la olvida.
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
pues la verdad mi comentario va en el sentido de que yo fui alumno y soy amigo del profesor mascarell, pero desde que no vivo en torreon no he podido ponerme en contacto con el, quisiera ver si me podrian ahcer el favor de conseguirme su mailu alguna forma de comunicacion con el preferos.
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