Toco tu boca
Fragmento del capítulo 7 de la novela de Julio Cortázar, Rayuela
A mi parecer, Julio Cortázar es un maestro de la prosa, un genio de la literatura universal… Sería fácil seguir lisonjeando a este escritor, pero… ¿pará qué? Cuando uno relee a Cortázar ya no se atreve ni a escribir. Cuando uno sospesa pensamientos suyos como este "yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha al mismo tiempo fue el no aceptar las cosas como dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una mesa, o que la palabra ‘madre’ era la palabra ‘madre’ y ahí se acaba todo. Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mí un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me estrellaba"; o como este "en suma, desde pequeño, mi relación con las palabras, con la escritura, no se diferencia de mi relación con el mundo en general. Yo parezco haber nacido para no aceptar las cosas tal como me son dadas"; ¿qué puedo yo aportar? Mejor seguir releyéndole.
La otra noche, en una tertulia literaria cibernética, le di a conocer a mi amigo Antonio uno de los fragmentos más impresionantes que he leído en mi vida, “Toco tu boca”, perteneciente al capítulo 7 de Rayuela; por cierto, un libro tan completo que aunque Cortázar no hubiera escrito ni una sola línea más, la literatura universal no hubiera tenido más remedio que abrirle la puerta grande.
Hoy, al igual que en aquella velada de dos trasnochadores literarios que no están muy bien de la “azotea”, quiero compartir el fragmento con vosotros. Poder disfrutar estas pequeñas cosas es como vivir dos veces. ¿No? Probad, probad…
Ramón Alfil
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos, donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
Y para los más raros
Poned el video y seguid las líneas del fragmento al ritmo de lectura que marca Cortázar.
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Excelente. Hace poco que lo he descubierto, lo sigo descubriendo, y me he llevado una grata sorpresa. Me ha cautivado. Puedo decir que el descubrimiento literario de este año ya lo he realizado.
Por lo poco que he leído, pero de forma intensa, no es como otros que se centran en temas generales, sino que sólo basta un gesto, una palabra, algo cotidiano, sencillo, en aquello que es a simple vista insignificante e imperceptible y resulta ser algo magnífico y lleno de sentido. Desde las pequeñas cosas que apenas significan nada, te las muestra de tal forma que te hace sentir cosquillas en el estómago y a veces, hace que te arda el pecho.
No diría que es visceral, es sensual, en el sentido literal de la palabra, despierta los sentidos.
Lo recomiendo, sin lugar a dudas
Recomendaría "Historias de Cronopios y de Famas". Es simplemente extraordinario.
Dentro del mismo libro encontramos: PREÁMBULO A LAS INTRUCCIONES PARA DAR CUERDA A UN RELOJ.
"Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeco y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con cu correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj."
Algo tan simple, se convierte en belleza, sentimiento, algo más que palabras.
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