Testamento vital
“Mi nueva amiga la diabetes y mi vieja amiga la obesidad mórbida van a acabar en breve con mi vida y la camilla en la que me acostará un médico será la del forense”
Hola, soy un chico de 35 años, no recuerdo cuando fue la primera vez que me probé unos pantalones recién comprados y ya no me los pude colocar, pero si recuerdo que los últimos fueron antes de ayer. Nunca he sabido tampoco exactamente el “porque”, pero una dieta no me es efectiva más allá de 1 mes e inmediatamente después aparecía el famoso efecto rebote. Ese engorde progresivo provoca que ya no pudiese salir a andar (ni mucho menos correr) por la sobrecarga que sufro en los tobillos, lo cual, aceleró esa espiral de engorde. Hoy ya no hay vuelta atrás, soy Obeso Mórbido y sabiendo que era un cadáver andante, tuve que pedir ayuda a nuestra sanidad, y más concretamente a Ribera Salud. A pesar de todo, peso 150 Kg. espero no subir más.
Tras decenas de visitas a los cirujanos digestivos, a endocrinos e incluso tras pasar por un informe positivo psicológico, me incorporaron en una lista de espera interminable para realizarme un bypass gástrico, una operación peligrosa, pero que podría alargar mi vida para poder ver por lo menos crecer a mi hija. Mientras tanto, ese régimen que seguí a de 1800 Kc ha dejado de funcionar, ya voy por los 163 Kg.
Un día la muerte vino a tomarse un café a mi casa, pasó invitado por la obesidad, unas rodillas sobrecargadas y el gran estrés laboral a la que nos vemos abocados los emprendedores (o es así… o no pagamos esas facturas eléctricas que suben cada 48 horas). Pues bien, el día de noche vieja, mientras veía fotos de mis amigos de viaje o de cena de nochevieja, yo estaba luchando para que la “cetoacedosis diabética” que me había envenenado la sangre no acabase dejándome sin potasio y mi corazón dejase de latir. Salí tras 10 días de lucha de un hospital al que no puedo dedicar más que agradecimientos y ánimos porque es un referente en España pese a los buitres que pululan a su alrededor. Aun así, ahora sólo como ensaladas e intento quitarme algo de los 170 Kg. actuales.
¿Si me hubiesen operado ahora tendría que depender de 4 inyecciones de insulina diarias? ¿Si me hubiesen operado ahora tendría que estar siempre con alguien para procurarme no caer en un coma hipoglucémico y morir ahogado en mi vómito? ¿si me hubieran operado habría tenido que condenar a mi familia a estar pendiente de mí y mis 6 análisis diarios de glucosa en la sangre?¿Si me hubieran operado….? Y así…. hasta mil preguntas diarias. Mientras tanto, ya peso 172 Kg.
Hoy vengo por quinta vez consecutiva del cirujano gástrico que no tiene tiempo para atenderme, del endocrino que dice no gestionar las listas de espera y del Despacho 2 de la primera planta del hospital donde no aparezco en ninguna lista de espera. Hoy he llegado al último estadio del duelo, LA ACEPTACION.
Hoy ya se más que nunca que, o el azúcar o algún coágulo que llegue a un órgano vital, o cualquiera de las cientos de complicaciones derivadas de mi nueva amiga la diabetes y mi vieja amiga la obesidad mórbida van acabar en breve con mi vida y con el pesar que en la única en la camilla que me acostará un médico será en la del forense. Ya no podré ver crecer a mi hija, ni oír sus primeras palabras, ni sus primeros paso, ni su primer amor…. Y en mi próximo lecho de muerte me seguiré preguntando ¿y si me hubieran operado?
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Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Decir aL escribiente que he leído su carta al directo.
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