Poema de María Fernández
Lugar de encuentro
Por: María Fernández
Maestra,
si hoy mis padres me ponen en tus manos,
si a tu lado me dejan y bajo tus cuidados,
no es porque no me quieran,
no me han abandonado…
es porque están seguros de que me querrás tanto,
tanto como ellos mismos, que la vida me han dado.
Disculpa mis torpezas…
te pido comprensión
para mis pocos años, para mi sinrazón…
para mis travesuras, -que no son maldad, no-;
son fruto de la infancia inexperta e incauta,
que haciendo mil trastadas se cree que es audacia
(y a veces, no me niegues que no tienen su gracia).
No me mires adusta si no entiendo, o si olvido,
y si estás enfadada, no lo pagues conmigo…
no descargues en mí tus fobias o rencor…
porque tus sentimientos, los puedo heredar yo…
Siembra sólo deseos, allá en mi corazón,
de amor, de confianza, y de superación.
Comunícame ciencia, destreza y formación,
y quizás algún día, mi Maestra querida,
seré tu galardón.
Trátame con cariño ahora que soy pequeño;
que hacerme feliz sea tu principal empeño.
¡Quién sabe los dolores que tendrá todavía
en torno a mi futuro, reservados la vida!
Pero si tú me has dado cariño, Maestra mía,
de tu amor el recuerdo me inyectará energía.
Enséñame, Maestra, mi Maestra querida,
a amar las cosas bellas… a amar tanto la vida…
que me sienta feliz de estrenar cada día…
a dar gracias al cielo cuando vaya a dormir,
porque un día más tuve la suerte de vivir.
Dame ahora tu impulso tan fuerte como puedas
y en mi incierto futuro, del mar en las estelas,
él seguirá empujando de mi barco las velas.
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Seguro que en tu época de docencia fuiste muy querida por los alumnos y les enseñaste cultura, respeto y amor hacia los demas
Añadir un comentario