Relato literario de Eva Borondo
“Los sonidos de ramas y hojas que me asustaban al principio se me han vuelto familiares y mi corazón no se acelera con el aleteo de las aves nocturnas”
Los domingos literarios
Eva Borondo
Lectura con música de fondo seleccionada para este relato por Eva Borondo - Oír
11 de diciembre de 2008. Informe sobre progresos.
Desde que volvimos no ha parado de llover y el refugio se estaba convirtiendo en un pequeño espacio asfixiante dentro de la roca. Gracias a este momento de claridad que nos han permitido las nubes antes del anochecer he podido salir y tomar aire fresco.
El aire viene frío y húmedo, pero la sensación es buena, me despeja del letargo y consigo un momento de soledad.
Los ánimos en el equipo después de nuestra salida están en ebullición continua. La comandante Riske me increpa con indirectas mi descuido con Hamen en el exterior y él tiene los nervios exaltados por cualquier cosa que decimos. Este pesimismo se lo hemos contagiado a la doctora Kleime, que pasa muchas horas durmiendo en su saco.
Quizás es el tiempo o quizás es el desconcierto sobre los próximos pasos a seguir. La comandante se quedó confundida con nuestra vuelta inesperada y Hamen no quiso hablar en un día entero.
Oigo a Hamen, que ha salido de la cueva, pero no me buscará. Sabe que quiero estar sola. Seguramente irá a poner trampas para que mañana podamos comer carne.
Me ha puesto su mano fría en el cuello y se va riendo. Es la primera vez que le veo sonreír desde el incidente. No quiere que me sienta culpable.
Ayer me entró pánico durante la noche, mientras dormía muy superficialmente. Empecé a dar vueltas a la idea de que no volveríamos nunca y que la nave no regresaría jamás.
Esta mañana no he pensado en esas tonterías. Claro que volverán a por nosotros. No pueden dejarnos aquí. Se han dedicado muchos esfuerzos para esta misión y no se pueden perder junto a nosotros. Pero anoche… En fin, eso ya pasó.
Va desapareciendo la luz y con la oscuridad aumenta el sonido de la naturaleza. Es un canto maravilloso, de seres vivos entonando gritos de caza o de apareo, como nos explicó Kleime. Los sonidos de ramas y hojas que me asustaban al principio se me han vuelto familiares y mi corazón no se acelera con el aleteo de las aves nocturnas.
Ya apenas veo. Enciendo la linterna.
Quizás mañana haga buen tiempo y podamos salir a otra excursión. Me gustaría poder hablar con otro Civilizado, porque el que conocimos estaba demasiado intoxicado y no creo todo lo que me dijo. Él tampoco me creyó.
Hamen ha vuelto con maderas y me ha dicho que acabe pronto, que va a llover. Probablemente no volveré a hacer guardia esta noche porque con este tiempo estamos bien protegidos en el refugio. De todas formas debemos terminar el hueco que empezamos en la cueva del este por si tuviéramos que cambiar nuestra ubicación. El peligro, aunque no lo parezca, es constante.
Vuelve a llover. Me meto dentro.
Mina Svarzsky, control de seguridad de la Starneu.
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Sin pasar nada y... ¡qué emoción! ¿Hay muchas entregas de este relato? Enhorabuena Eva, me encanta tu manera de escribir.
Te descubro hoy... me he leido la saga Cleopea entera y como dice Canavaro ¿queda mucho? Me gusta
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