El alumno debe sentir ganas de ir a clase y no contemplar el día a día en el centro como si se tratara de un castigo con su correspondiente tortura
La relación establecida entre el profesor y el alumno ha evolucionado a lo largo de las últimas décadas, en las que la jerarquía vertical entre ambos se ha convertido paulatinamente en una relación cada vez más horizontal, sin que ello suponga menoscabar la autoridad del docente para con el discente.
Muchos optan por una relación en la que dicha autoridad sea visible desde el primer momento, recurriendo al ya por todos conocido «Yo estoy aquí y tú/vosotros ahí». Un autoritarismo que no duda a la hora de recurrir a penalizaciones o castigos para reafirmarse en su supuesto poder. Un ejemplo más en la cultura del miedo por parte del alumno que provoca en este un sentimiento de incapacidad, el cual muchas veces se traduce en odio hacia los estudios. De hecho, si adoptamos por un instante el punto de vista del alumno, ¿cómo va este a salir con tranquilidad a la pizarra para realizar un determinado ejercicio si aparte del miedo escénico ante los compañeros de aula se suma el temor por la represalias en caso de errar?
Y es que muchos docentes parece que olvidan el significado del término «respeto» cuando atraviesan el umbral del aula. Mejor dicho, olvidan el respeto que merecen los estudiantes y únicamente se acuerdan del que debe recibir su propia persona. El clima del aula debe ser positivo, relajado y se debe fomentar la participación y el aprendizaje. El alumno debe sentir ganas de ir a clase y no contemplar el día a día en el centro (llámese escuela, instituto, facultad...) como si se tratara de un castigo con su correspondiente tortura.
En Despierta Alzira la relación positiva entre el alumno y el profesor es un elemento imprescindible del programa de clases y talleres. Se va más allá del término «relación» y se opta por el de «tándem», ya que se anima en todo momento a desarrollar una perspectiva tanto intrapersonal (el proceso educativo se origina y desarrolla desde el interior de las personas) como interpersonal (el objetivo últimopara el programa Despierta Alzira es la interacción personal). Es importantísimo estimular la participación y tomar en consideración las características individuales de cada uno de los estudiantes. Los profesionales de Despierta Alzira basan gran parte de su trabajo en mostrar interés real en las consultas personales o grupales acerca de sus inquietudes, porque el alumno también puede aportar al profesor y no solo al contrario. El objetivo está claro: animar a los estudiantes a que se valoren a sí mismos y a sus logros de forma positiva y que ello se traduzca en voluntad de aprender y de mejorar.
Los especialistas de Despierta Alzira saben que el miedo en el alumno no conduce sino al fracaso y, por ende, al fracaso general. Contra el miedo y el autoritarismo docente solo se puede combatir con el positivismo y la estimulación. ¿Quién sabe si detrás de un cambio de perspectiva en la relación profesor-alumno se encuentra la solución a los continuamente alarmantes niveles de fracaso escolar?
Antonio Iborra Rovira
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