Relato literario de Eva Borondo
“Los Civilizados se encuentran en una fase primitiva de la Civilización, en la que unos pocos mandan sobre los destinos y necesidades de la gran mayoría”
Los domingos literarios
Eva Borondo
Hamen y yo iniciamos la búsqueda de Civilizados, provistos de los atuendos desarrollados por la Agencia Nauta como uno de los más comunes en todo el planeta: unos pantalones azules de algodón y camisas blancas. Hamen, además, se colocó un lazo negro, atado al cuello, y ambos usamos abrigo, debido a la temperatura exterior.
Los primeros Civilizados que encontramos en una de las zonas pobladas, nos miraban extrañados y con desconfianza y, por un momento, temí que fueran a descubrirnos, pero pronto me quedé tranquila porque ninguno se acercó a nosotros.
Entonces Hamen quiso iniciar contacto. Para ello, el doctor buscó conexión con cada transeúnte que pasaba, pronunciando “Good evening” y nuestro habitual saludo uniendo las palmas de las manos junto al pecho y abriéndolas hacia el interlocutor como señal de acercamiento.
Fue decepcionante. Algunos Civilizados salían a correr y otros murmuraban sonidos incomprensibles y huían la proximidad.
Un grupo de Civilizados, sentados en el incómodo suelo de piedra, reían mientras fumaban y bebían. Uno de ellos nos hizo un gesto que interpretamos como una posible señal de saludo y nos acercamos. Olían muy mal, a bacterias y suciedad, pero se veían sociables y felices, por lo que pensamos que debían ser algún tipo de autoridad en el pueblo o puede que héroes o Civilizados respetables de la comunidad. Quizás la negrura sobre su piel fuera un signo de distinción.
Nos sentamos junto a aquellos poderosos con ojos brillantes. Dos de ellos hablaban nuestra lengua y fue interesante conversar, aunque no parecían creer que fuéramos alienígenas. Lo que más nos impresionó fue descubrir el sistema de esclavitud al que están sometidos los Civilizados, pues realizan trabajos diarios de entre ocho y doce horas, lo que les impide realizarse como seres vivos inteligentes y afectivos. Así pues, los Civilizados se encuentran en una fase primitiva de la Civilización, en la que unos pocos mandan sobre los destinos y necesidades de la gran mayoría.
Mientras intercambiábamos información nos ofrecieron de lo que ellos tomaban, que resultaron ser sustancias tóxicas para nuestro organismo porque Hamen empezó a vomitar en una esquina.
Quise ayudarlo, pero se nos acercaron unos Civilizados uniformados y se llevaron al doctor a un edificio cercano.
Según el protocolo debía haber disparado contra ellos y rescatar a Hamen. Sé que he cometido una falta grave y que cuando lleguemos de vuelta seré investigada y juzgada, pero en esos momentos, quizás imbuida por el ambiente tóxico y anestesiante, también por el brazo que me sujetaba con una cálida advertencia, dejé que se lo llevaran.
Como castigo sufrí veinticuatro horas de desesperación vigilando su salida del edificio, que me fue asegurada por uno de los Civilizados. Ahora advertía que no debían ser tan poderosos como en un principio imaginé.
Cuando ya pensaba que me iba a desmayar de cansancio, Hamen apareció por la puerta y se abrazó a mí, llorando como un niño. Me entregó un papel que le habían dado y que no entendía. Utilizaba el mismo alfabeto que nuestra gramática, pero eran palabras ininteligibles porque era la lengua del lugar, diferente a la aprendida. Se podía leer “Orden de expulsión” y mi amigo Civilizado, el que me había acompañado durante esas angustiosas horas, rompió el papel en cuatro pedazos y nos sonrió. Entonces volví a creer en su poder.
Nos despedimos y volvimos a salvo al refugio.
Mina Svarzsky, control de seguridad de la Starneu.
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Se pone interesante la trama. Me ha recordado a La máquina del tiempo de H.G. Wells, cuando va al futuro
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