Consejos recomendados por Mireia Clínica Dental para una buena salud bucal de nuestros hijos
Esta es la eterna frase que escucho un día sí y otro también en boca de los padres de muchos niños que tienen caries. Y sí, es cierto, no toman chuches. No es como esos programas que nadie ve pero son éxito de audiencias. Mis pacientes, la mayoría de ellos, no toman chuches. Sus padres sufren una auténtica pesadilla evitando tentaciones que acechan por doquier, y dicen NO a cualquiera que pretende meterles a sus hijos por los ojos un caramelo, un chupachúps, una gominola.
Pero qué desayunan: leche con cacao y cereales tipo Kellogs.
Qué se llevan al recreo: Actimel y un plátano.
Qué toman de postre: muchas veces flanes, arroz con leche, yogures de sabores.
Qué le echan a las comidas para darles el toque de gracia: ketchup.
Qué bebidas se ponen de merienda: zumos de tetrabrik.
La OMS dice que la dosis máxima diaria de azúcar para unadulto son 25 gramos. O sea, unos tres sobres
de azúcar al día.
Un Actimel tiene 13 gramos de azúcar. Muchos niños, bebés incluso, toman varios de éstos al día.
El Cola Cao es un 70% azúcar. Muchos niños se ponen dos cucharadas de Cola Cao y otras dos de azúcar.
Los cereales de desayuno 16,8 g sin contar el Cola Cao que le hayamos puesto.
El ketchup tiene un 18% de azúcar.
Si lo revisáis, es espantoso.
Pero ojo también con los niños que comen cosas “ecológicas”. Que muchos al recreo se llevan un puñado de ciruelas pasas, o de orejones. Azúcar (vale, fructosa en vez de sacarosa), y del pegajoso, del que hay que rascar con un estropajo tipo Nanas para extirparlo de las muelas.
Las sociedades odontopediátricas indican que los alimentos/productos con más de un 14% de azúcar deben darse excepcionalmente. Y no hablan de chuches que son en un elevado porcentaje sólo azúcar. Es que hay muchísimas cosas que sobrepasan ese porcentaje, a partir del cual la incidencia de caries se dispara.
Es que sin ir más lejos he visto un potito de Hero de Arroz con Leche (dicho sea de paso, avalado por la Asociación Española de Pediatría) que tiene 26,4 gramos de azúcar, o sea, él solo sobrepasa la cantidad de azúcar para un adulto. Este de la foto tiene 14 g por 100; y el tarrito es de 200 g, es decir, 28 gramos de azúcar. El solo supera la cantidad recomendada para un adulto. Son 3,5 sobrecitos de azúcar. Si cogemos nosotros las frutas, las picamos, incluso les añadimos galleta maría estoy segura de que ni se nos ocurre añadir 3 sobres y medio de azúcar. Lo mismo exactamente sucede con los yogures… con el agravante de que a los bebés, si nunca se les ha azucarado, les encantan los yogures naturales tal cual. Hasta que le damos uno azucarado… y ya no vuelve a querer la versión original. Un yogur azucarado, de fábrica, tiene 13’3 g de azúcar. Si nosotros lo azucaramos en casa seguro que le echamos bastante menos.
La solución no es edulcorantes naturales. La solución esno acostumbrar a los niños desde tan pequeños a sabores dulces. Los fabricantes saben de sobra que nos gustan los sabores dulces. El pisto prefabricado del supermercado lleva azúcar, sin ir más lejos, cuando yo al pisto jamás en la vida le he puesto azúcar. Y sí, hay personas que a la salsa de tomate casera le echan azúcar, pero echan una pizca, no dos sobres de azúcar por persona.
Todo eso son chuches
Son cosas (no los puedo llamar alimentos, lo siento, lo intento pero las manos no me responden al teclado, y con razón) perfectamente prescindibles.
Os invito a dejar en las estanterías del supermercado todos los productos que contengan más de un 13% de azúcares en su composición. El bolsillo, los dientes, el páncreas y los adipocitos os lo agradecerán.
Disfrutemos de los sabores naturales, del azúcar que ya lleva una naranja, una uva. Incluso un plátano (que contiene un 29% de hidratos de carbono, básicamente fructosa, glucosa y sacarosa) de vez en cuando. No celebremos las cosas buenas de la vida emborrachándonos de azúcar.
El consumo por parte de niños menores de 2 años de productos azucarados, o que contengan una elevada proporción de azúcares aunque sean naturales, multiplica el riesgo de caries. Y desde luego, contribuye a favorecer la obesidad y la diabetes en el adulto.
La creencia de que son productos recomendables porque lo avalan sociedades científicas, porque llevan bichitos con nombres en latín, o porque “no llevan conservantes ni colorantes” no significa que sean sanos. Que, de hecho, no lo son. Hagamos la prueba, sólo una semana. Probemos una semana, sólo una semana, no consumir azúcares añadidos. La próxima galleta que os comáis sabrá tan empalagosa que se os hará eterna. Yo ya lo he hecho.
Irene Iglesias
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