Relato literario de Eva Borondo
“Al llegar a un árbol viejo para dar la vuelta vio a un conejo con reloj que atravesaba matorrales y se colaba en el hueco del tronco estriado”
Los domingos literarios
Eva Borondo
El viento soplaba fuerte y las nubes se movían deprisa por encima de su cabeza. Claros y oscuros sorteaban su permanencia allí donde estaba Alicia. No llovería entonces, así que comenzó a correr por el parque siguiendo un sendero marcado de albero artificial.
En su recorrido, los árboles, los niños y los perros iban en dirección contraria hasta quedar muy atrás. Cuando llevaba cerca de un minuto ya no sentía el cansancio y sus pulmones se habían adaptado a la marcha.
Al llegar a un árbol viejo para dar la vuelta vio a un conejo con reloj que atravesaba matorrales y se colaba en el hueco del tronco estriado. Lo siguió y metió su cabeza allí. Su curiosidad hizo que se desmayara en el suelo con una intoxicación de setas que expelían vapor venenoso, especie que crecía únicamente en ese paraje y que fue la que provocó a distancia la captación alucinógena de la imagen de un conejo con reloj.
Al cabo de diez minutos despertó de un sueño extraño en el que visitaba un lugar maravilloso, una utopía del mundo.
Se equivocó, ese día llovió y mucho. Marchó con los pantalones embarrados a su casita del mundo real.
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Me da la impresión que el mundo auténtico es el del conejo y el imaginario es el real. Nada es lo que parece...
Yo ya no sé lo que es real o ficticio. Me gustaría que el sueño extraño del personaje sobre un mundo maravilloso continuará al despertar. Te leo Eva.
Benito, mejor sería que este, desde luego.
Canavaro, es bueno disfrutar con la confusión de lo real y ficticio, así nació también lo real maravilloso o el realismo mágico literario de un García Márquez.
Besos
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