Relato literario de Eva Borondo
“…Javi no encontraba el sentido a esa horrible fiesta que tenían que celebrar. Sus padres nunca habían creído en Dios. Era una fiesta religiosa y obligada”
Los domingos literarios
Eva Borondo
Era una porquería de plan el de Nochebuena, pero Javi no tenía otro. Su madre se iba a Madrid y le tocó pasar la cena de Navidad en casa de su padre.
Se vistió como un señor mayor, con chaqueta y corbata, como le dijo su madre antes de que saliera a toda prisa para coger el tren de las cinco de la tarde.
Eran las nueve de la noche y Javi tenía ya hambre, pero no quiso comer nada para esperar la cena de Nochebuena.
Puso la tele y se miró al espejo varias veces. Javi es un chico presumido. La corbata colgaba de su cuello pecoso. No sabía hacer el nudo y esperaría a su padre para que se lo hiciera.
A las nueve y media cerró la puerta de su casa y bajó la cuesta de su calle para esperar a su padre a la hora acordada.
Desde el divorcio Miguel era incapaz de aparcar frente a la casa de su exmujer para recoger a su hijo.
Javi no le preguntó y nunca pensó si era por la vergüenza de encontrarse con los vecinos, más bien había algo que le hacía suponer que su padre no quería ver a su madre. Y, aunque Miguel sabía que ella no estaría esa noche, dejó de nuevo a su hijo esperando abajo, junto al taller cerrado.
Cinco minutos después llegó el padre, nervioso, como siempre que se acercaba a la casa.
Miguel bajó del coche y quiso ser amable.
-No has esperado mucho, ¿verdad? –y le dio una palmadita en el cogote.
Es algo que hacen los padres, pensó Javi. Esa palmadita en el cogote es el tipo de instinto primario de los animales, que normalmente hacen con los dientes, para mostrar dominio sobre su progenie. Seguro que le salió del hipotálamo.
Montaron en el coche en silencio y, dos minutos antes de salir, Miguel le preguntó por los estudios. Único tema de conversación.
-Bien -dijo Javi- Ayer hicimos…
Pero Miguel ya no le escuchó. Cerró la puerta del coche y abrió la de su casa.
Amparo, la mujer de Miguel, lo recibió con dos besos.
-¡Qué guapo vienes!
Javi intentó disimular la vergüenza que le daba su chaqueta. Una manga más larga que otra. El sastre viejo y miope que había escogido su madre.
El padre se metió en la cocina una media hora con su nueva esposa.
Javi se sentó arrugado en el sillón del salón y estuvo viendo, sin prestar atención, los programas de fiesta.
Javi no encontraba el sentido a esa horrible fiesta que tenían que celebrar. Sus padres nunca habían creído en Dios. Era una fiesta religiosa y obligada.
Cuando era más niño le gustaba construir belenes con musgo que cogía de la calle y figuritas que le regalaron sus abuelos, pero, a sus quince años, no sentía ningún interés por construir un Nacimiento.
Tenía hambre y su padre seguía encerrado en la cocina con Amparo.
Enseguida un grito y un llanto. Salió Miguel y le dijo a Javi que lo tenía que volver a llevar a casa de su madre porque Amparo estaba indispuesta.
Javi no lo tomó a mal, lo veía como una consecuencia lógica del divorcio de sus padres. Su familia estaba rota ¿verdad? No es que pudiera exigir mucho más.
Así que volvieron en coche hasta la calle de la casa de su madre. Javi volvió a subir la cuesta con un andar vago.
Abrió la puerta, se quitó la chaqueta y miró el frigorífico. Se hizo un bocadillo de mortadela y se sentó para ver la tele.
Nadie estuvo allí para ver que Javi no derramó ni una sola lágrima en toda la noche, ni tampoco después.
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
De forma salomónica diré que este es de los mejores relatos que te he leído nunca. Llega al corazón de una manera increible con un final sublime. Felicidades.
Muy bueno, Eva, como todo lo que he leído tuyo. ¨pr cierto yo me identifico con tu Javi- a mi edad sigo sin encontrarle el sentido a esa horrible fiesta, lo mejor es disimular y comer turrón. Felicidades
Uffff
I cap a aixó anem, cada vegada més?
No sabeu com ho lamente, per eixes families, per eixos Javis..., i qui sap si dins d'uns anys per tots nosaltres al pas que va esta societat.
De moment, encara la disfrute amb els meus, i es una ocasió que no trobem a la resta de l'any, per reunir-nos i gaudir sosegadament -l'única presa la donen els menuts per anar a la Fira de Nadal i gastar-se les estrenes-.
I Eva, l'enhorabona per la capacitat de transmetre sentiments.
Benito, me acuerdo todavía de tu comentario y me alegro de que te guste. Es un orgullo.
Maascarell, las tradiciones van unidas a una cultura y a una experiencia y a muchos les resulta ajenas, extrañas, por circunstancias personales. Si además se trata de una fiesta familiar, en un nido roto, tienen un sinsentido evidente. Gracias por tu comentario.
Pedro benedito, lamento no poder responderte en valencià/ català porque no me siento capacitada, pero sí que lo entiendo escrito. Es una de las carencias de la educación a nivel estatal fuera de las comunidades bilingües.
Como le dije a Maascarell y como apuntas, las Navidades son muy hermosas en familia y para la gente que cree, en otros casos puede resultar difícil disfrutar de ellas. Gracias por tu visita.
Bessets a tothom
Pedro benito, yo pienso lo mismo que bonita es la navidad, yo tambien la disfruto con los mios y los recuerdos que lindos cuando eramos niños. ¡ Que triste Javi, un niño de 15 años solito !
precioso relato. El mejor que he leído hasta ahora. Me he emocionado, ya que conozco a muchos ´ Javis´ y es la pura realidad. tengo que decir que a mi la navidad, no me gusta, mucho consumismo. Eva, espero seguir leyendo tus preciosos relatos. Hasta el próximo. Mi enhorabuena.
La Navidad es una festividad impuesta en la que "todo el mundo tiene que ser feliz". Ni a Javi ni a nadie se les puede forzar y la prueba está en el relato de Eva y en la vida real... ¿Quién no ha pasado una mala Navidad?
Muy sentida y muy real esta historia.
María, Estrella, Aries28 y Canito, muchas gracias por vuestros comentarios. Un escritor no es nada sin un público lector. Hasta el próximo día.
Besos.
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