Consejos para poder controlarlas
Cuando un niño empieza con una sesión de gritos, lloros y pataletas logra desestabilizar a los padres haciéndoles perder el control… y la paciencia. Esta situación se denomina comúnmente como ‘rabieta’. La forma en que los padres puedan controlarla fomentará parte del comportamiento futuro del niño.
A los dos años, los niños descubren el poder que tienen las rabietas. Se dan cuenta de que esta actitud saca de sus casillas a los padres y lo utilizan como medio para conseguir sus fines. Éstas han de entenderse como frustraciones que los niños no saben expresar debido a su inmadurez, ya que todavía no disponen de las suficientes herramientas para poder comunicar a los adultos sus deseos y emociones. Por tanto, es una etapa pasajera; estas situaciones irán disminuyendo a medida que los niños puedan expresar con palabras lo que ahora manifiestan con gritos y patadas.
A continuación os damos unos pequeños consejos para poder dominar la situación en el momento que se produzca una rabieta.
Mantenerse firmes: es la estrategia principal. Ayuda a dejarle claro que con la rabieta no conseguirá lo que quiere.
Conservar la calma: de lo contrario nos pondríamos al nivel del niño dejándonos llevar por impulsos.
Hablar con firmeza y a los ojos: es importante situarse a la altura del niño, sujetarlo suavemente de los hombros y mirarlo a los ojos hasta que él te devuelva la mirada. En ese momento podrás hablarle y será receptivo a tus palabras. Intenta darle explicaciones cortas y concisas.
Si después de seguir los consejos anteriores sigue sin calmarse hay que cambiar de escenario al niño, alejarlo del lugar donde ha ocurrido la rabieta y esperar a que se calme solo dándole a entender que mientras tenga esa actitud os mantendréis alejados de él hasta que se tranquilice.
Noemí Iñigo
Pedagoga
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