Su pueblo natal albergará su primera exposición de óleos y dibujos que estará abierta al público hasta el 30 de abril en la Casa de la Cultura
Quique Aparicio va a realizar su primera muestra de óleos y dibujos en la sala de exposiciones de la Casa de la Cultura de Alzira. A pesar de la lógica impaciencia del pintor, deseoso de hacer partícipes a sus conciudadanos –Quique nació en Alzira en 1971 pero ha vivido siempre en Ontinyent-, considero que ahora es el momento idóneo. Justo cuando cuenta en su haber con tres exposiciones individuales, repartidas por diversas salas de la capital de la Vall d´Albaida: “Dibujos y Pinturas" 2006, "Visión de la Fiesta" 2009 y "Retales de Luz" 2012. A estas monográficas, deben sumarse las numerosas colectivas en diferentes localidades de la Comunidad Valenciana.
Diseñador textil en sus inicios, desarrolla su aprendizaje artístico mediante la asistencia a clases de dibujo y pintura en Ontinyent y Alcoi. Formación que completará con visitas a museos valencianos y, en cuanto surge la oportunidad, con desplazamientos a Londres y París.
Fue en el Museo de Orsay donde Quique Aparicio descubriría a los impresionistas. De allí, regresaría a Ontinyent hechizado por la magia de Vicent Van Gogh, Paul Cezanne y Paul Gauguin. Un bagaje que iba a sumarse al de otro artista, que no por cercano deja de ser un referente en su producción, el albaidense José Segrelles Albert. A través de sus obras, aprenderá a mirar e dinterpretar nuestros paisajes inmediatos.
Las fotografías de su primera muestra permiten rememorar esos primeros pasos. Se aprecian en el catálogo de su exposición individual durante 2006. Entonces, tras haber indicado que había nacido en Alzira y vivía en Ontinyent, escribí: “Esta doble ascendencia, la de la feraz tierra ribereña –en la que el naranjal recubre el rojizo sedimento fluvial- y la de las resquebrajadas calizas revestidas de arcillas blancas -donde crecen los almendros, algarrobos y olivos-, resulta patente en su obras. Estas, si exceptuamos una sugerente serie de dibujos que resuelve con firme trazo al carboncillo, se inscriben –en los lienzos de mayor formato y empeño- en un airelibrismo donde el dibujo y el tejido cromático, de sugestivos empastes, alcanzan pleno equilibrio”.
Tres años después recalqué en el nuevo catálogo dedicado a la cincuentena de obras expuestas: “Fiel a cierta duplicidad técnica y estilística, vuelve a mostrarnos pinturas e ilustraciones. Esta dicotomía se mantiene en el lenguaje utilizado: óleos sobre lienzo en las piezas de caballete y una técnica mixta –compuesta de carbón, pastel y cretas- en los trabajos de pupitre”.
Y, en el 2012, puntualicé: “La presente exposición redefine la dualidad pictórica por la que el artista ha apostado: paisajes e ilustraciones. Si ante las obras pintadas del natural se constata un continuo progreso, representado por la serie de los arrozales, vuelve a ser en los pequeños formatos donde Quique Aparicio alcanzará la mejor dicción. En ellos, destaca un creciente dominio del claroscuro. Algunos de estos dibujos -recreaciones de obras clásicas o retazos festivos- resultan deliciosos”.
Dos años después, incrementará aquellas obras con las que va a producir con posterioridad. Estos últimos –y a mi juicio mejores trabajos- son los que viajan a Alzira.
Quique Aparicio mantiene la tendencia que gusta de reiterar en sus muestras: óleos e ilustraciones. Sobre lienzo, plasmará la serie de paisajes en los que se inspira: la comarca de la Ribera, campos de arroz, y la Albufera; vendimiadores y ásperas perspectivas recrean los territorios del Valle de Albaida y las tierras del interior. Y reserva mayor variedad para su repertorio de ilustraciones. Paisajes tamizados por la niebla, toros y toreros, falleras y falleros, penitentes en el Santo Entierro… Motivos varios y tan dispares, como el traslado de la Virgen de los Desamparados, un salón de cine, escenas de angelitos, un lector parapetado tras los libros… que se agrupan y dan lugar a una variopinta manifestación.
Y ahora, a partir de esa aludida trayectoria, es cuando no deja de sorprender que sus mejores obras sean resultado del maridaje entre dos conceptos: el pictórico y el ilustrativo. Lo aplica en los encharcados arrozales, captados al crepúsculo, en los contornos diluidos de las vistas de la Albufera o en los velados perfiles de las montañas. El pintor acierta al fundir, en estas recreaciones, las perspectivas lineales y aéreas para prolongar el horizonte. Y, del mismo modo, logra transmitirnos su fantasmagórica representación de la catedral de Murcia o la visión de Bocairent.
Todo ello sin menoscabo del conjunto de ilustraciones. Su permanente vinculación con Alzira -pertenece a la Cofradía de la Oración de Jesús en el Huerto y admira las fallas- contribuye a que pueda participar y captar secuencias de estas fiestas. Celebraciones que establecerán un guiño cómplice -como lo fueron en Ontinyent las escenas de Moros y Cristianos o la Purísima- entre el autor y los visitantes de esta muestra. De esta exposición donde sorprende, a su vez, el trazo, cromatismo y elegancia de las estampas dedicadas a las corridas de toros.
Sea pues bienvenido a Alzira, a su casa, este vecino d’Ontinyent y con raíces en La Ribera. Acojámosle en la comarca que gusta de recorrer para luego mostrarnos la percepción que tiene de la misma.
Bernat Montagud Piera
Asociación Valenciana de Críticos de Arte 2014
Declaraciones de Quique Aparicio
y Bernat Montagud
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