Uno de cada cuatro casos de fracaso escolar puede tener como origen este trastorno
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es el que tiene mayor incidencia en la infancia y adolescencia.
Diversos estudios señalan que uno de cada cuatro casos de fracaso escolar puede tener como origen el trastorno por déficit de atención e hiperactividad TDAH no diagnosticado. Sin embargo, en la actualidad la intervención precoz en los niños con este trastorno reduce notablemente dichos casos.
El TDAH es un trastorno de origen neurobiológico que se caracteriza por la presencia de tres síntomas típicos: déficit de atención, impulsividad e hiperactividad motora y/o vocal. Según el DSM-IV (2000) el TDAH afecta a un 3-7% de los niños/adolescentes, y diferencia tres tipos de trastorno dentro del mismo:
Subtipo predominante inatento.
Subtipo predominante hiperactivo-impulsivo.
Subtipo combinado (presenta síntomas atencionales e hiperactivos-impulsivos).
Este trastorno tiene un fuerte componente genético (hasta el 80% de los casos presentan un familiar con las mismas características) y, en muchas ocasiones, los síntomas permanecen a lo largo de la vida de la persona.
Un alto porcentaje de los niños con TDAH presentan, además, un trastorno de aprendizaje. Su rendimiento en lectura, cálculo o expresión escrita es inferior al que se espera por edad o nivel académico.
Algunos de los síntomas más característicos de un niño con TDAH en edad escolar pueden ser:
Las tareas escolares las presenta sucias y descuidadas.
Se levanta de la silla durante las clases y en casa.
Se balancea continuamente, hace ruidos con la boca o canturrea.
Contesta de forma precipitada incluso antes de que se acabe de formular la pregunta.
En clase se distrae con sus propios pensamientos, interrumpiendo su tarea.
Pierde u olvida objetos necesarios (agenda, libros…)
Problemas de obediencia persistentes.
Para saber si un niño padece TDAH es importante observar si estos síntomas son frecuentes durante unos seis meses y en distintos ambientes (casa, colegio…). Si es así, lo primero que se tiene que hacer es concertar una cita con el psicólogo del centro escolar y con el pediatra, para que le hagan las valoraciones médicas, psicológicas y psicopedagógicas pertinentes.
Una vez confirmado el diagnóstico, además de recibir un tratamiento psicológico y farmacológico, también es importante realizar un tratamiento pedagógico, dirigido a mejorar las habilidades académicas y el comportamiento del niño.
Si tiene un hijo con este trastorno o sospecha que lo puede padecer, en Edukia Gabinet Pedagògic estaremos encantados de orientarle y ofrecerle la atención pedagógica que pudiera necesitar.
Noemí Iñigo
Pedagoga
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