Estefanía Juan, la “haltera” de Alzira, en un artículo de ABC
“Hay quien piensa que la halterofilia es una enfermedad. Eso lo he escuchado. Incluso me han preguntado que si era coleccionar sellos”
Entre barras, discos y magnesia, después de un solitario entrenamiento, siguiendo con meridiano rigor su preparación, Estefanía Juan Tello (Alzira, Valencia, 17/8/1981) hace una defensa apasionada de la halterofilia. Primero, porque ama este deporte, que es uno de los más antiguos conocidos y de sobrado cuajo Olímpico -no lo fue para las mujeres hasta Sidney 2000-. Segundo, porque detrás de su femenina fachada, de un rostro amable, de una mirada rotundamente sincera, se eleva una de las dos grandes referencias nacionales y europeas de la halterofilia femenina. Estefanía lo es en la categoría de -48 kilos y la leonesa Lidia Valentín en -75.
La haltera alcireña, que acumula medallas de oro, plata y bronce en mundiales y europeos desde 1997, se toma con cierto humor cómo ha tenido que defender e incluso explicar su deporte a lo largo de los años. «Hay quien piensa que es una enfermedad. Eso lo he escuchado. Incluso me han preguntado que si era coleccionar sellos», asegura, al tiempo que concreta respecto a otra muestra de desconocimiento de su disciplina que «el culturismo es el culto al cuerpo; quien lo practica busca moldear su cuerpo. Esto -la halterofilia- es técnica y fuerza, es intentar levantar cada vez más peso. No tiene que ver una cosa con la otra».
Estefanía destierra también la idea del machismo. No lo ve dentro de su deporte, aunque sí a ojos de quien lo ve sin asomarse a las entrañas de esta disciplina olímpica. «No es raro escuchar que le digan a un chica que quiera iniciarse: ‘cómo vas a hacer halterofilia, que se te va a poner cuerpo de hombre, que no vas a desarrollarte,...’ Es un prototipo equivocado», dice.
Un palo de escoba
Y esta deportista es una voz autorizada para hacer esa defensa de la halterofilia porque le avala su carrera deportiva que se inició muy joven. «No era un deporte desconocido porque mi hermano lo practicaba. Él llegaba a casa y nos enseñaba con el palo de la escoba a mí y a mis otros dos hermanos a hacer halterofilia», recuerda. Su actual entrenador, que entonces era de su hermano, le alentaba a ir al gimnasio y probar un día. Ella no acababa de dar el paso. Hasta que un día, con 11 años, acompañó a su hermano y acabó haciendo una clase técnica. Sus manos, rebozadas de magnesia, agarraron una barra y decidió no dejarlo.
«Me encontré entonces con una situación con once años en la que iba yendo al gimnasio, iba entrenando la halterofilia técnica, competía, conseguía alguna medalla. Cada día hacía una repetición más, o podía con un kilo más,... A los catorce años ya me llamó la selección española para concentrarme para el Europeo sub16 y cogí una medalla de oro y dos de plata”, recupera de la memoria.
Con 14 años dejó su casa para marcharse a Madrid, a la Blume -allí estuvo entre 1995 y 2007, a excepción de un año que estuvo en el CAR de Barcelona-. Acabada la etapa escolar, y en aquellos tiempos, cuenta Estefanía que era más complicado compaginar el alto rendimiento y seguir los estudios en el instituto.
«Allí estabas para entrenar y los estudios casi quedaban en un segundo plano. No es como ahora que tienen el instituto en la misma residencia y la Universidad al lado y es todo más fácil. Entonces tenía que levantarme a las seis de la mañana, coger el autobús o el metro e irme al instituto por las mañanas. Sólo podía entrenar por la tarde. Y tú no puedes prepararte sólo entrenando con una sesión. Así que con el tiempo aparqué los estudios. Hice cursos de inglés, de informática, de estética,... pero nada de provecho”, explica Estefanía.
Eso quedó atrás. Recuerda con cierto arrepentimiento la cuestión de la formación académica: «En ese momento igual no lo pensé. Desde luego que se puede y se debe compaginar. Hay gente que es buena en el deporte y tiene carreras. Incluso ahora en la Blume miran más por los estudios, porque se han dado cuenta que de unos años atrás hubo mucha gente que se fue con muchos resultados, pero que no tienen una formación. En todo caso, si tú pones interés buscas la manera de estudiar».
Entre las mejores del mundo
Creció la haltera alcireña para colocarse entre las mejores del mundo a nivel absoluto. Notables actuaciones en arrancada y dos tiempos en Europeos y Mundiales, ni que decir del dominio nacional. En 2008, cortó su carrera. Un año del que confiesa se arrepentirá siempre: «Me pudo la presión». Regresó a su disciplina y a su casa. Se casó. Y alejada del seguimiento de los técnicos en Madrid demuestra su fuerza de voluntad y disciplina para entrenar a diario sola en dobles sesiones. Leer artículo completo en ABC
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