Por: Rosa María de Dios
“Dios ama a todos sus hijos por igual”
¿Por qué el hombre ha provocado la diferencia? Dios ama a todos sus hijos por igual. Repartió en la creación a todos los hombres sin excepción el pan que para nosotros nos creó. Si cumpliéramos los mandatos de las leyes de Dios que, como Padre, con amor nos enseñó, no habría esa diferencia que en la tierra que el hombre engendro.
El primer mandamiento de la ley de Dios: ‘Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo’. ‘No te harás ídolos de lo que haya en el cielo y en la tierra y no te postrarás ante ellas’.
El hombre, en la gran mayoría, no ama a Dios y si le aman algunos, lo aman por egoísmo.
El hombre, algunos fanáticos se postran ante ídolos de reyes y políticos y muchos matan por ellos. Cuando el único rey y Señor es Dios y debemos de postrarnos ante Él que fue nuestro hacedor.
El segundo mandamiento: ‘No tomarás el nombre de Dios en vano’. El hombre con blasfemias y burlas es insultado por algunos hombres que esta tierra de Dios fue en ella creado.
El tercer mandamiento: ‘Santificarás las fiestas’. El hombre busca en ellas juergas con desequilibrios que le llevan a la enfermedad y muchas veces a la muerte y no asisten a su templo para oír su palabra y ser mejor su alma dándole gracias.
El cuarto mandamiento: ‘Honraras a tu padre y a tu madre’. Los hombres, gran mayoría de ellos, les faltan el respeto; muchos son por sus hijos maltratados y abandonados.
El quinto mandamiento: ‘No matarás’. Los hombres provocan guerras injustas muriendo por ellas muchos seres humanos derramando sangre inocente por esas injustas manos. Matan a sus propios hermanos con odio. Matan a sus padres con desprecio. Matan a sus hijos sin arrepentimiento.
El sexto mandamiento: ‘No cometerás actos impuros’. Los hombres con sus impurezas contaminan a muchos otros hombres por ellas.
El séptimo mandamiento: ‘No robarás’. Muchos seres humanos roban al hermano y con avaricia; siendo ricos todavía de los pobres siguen robando.
El octavo mandamiento: ‘No dirás falsos testimonios ni mentirás’. Cuántos hombres con falsos testimonios y mentiras al otro hombre han dañado.
El noveno mandamiento: ‘No consentirás pensamientos ni deseos impuros’. Muchos hombres en este mandamiento están pecando; sin darle importancia así mismo se está dañando.
El décimo mandamiento: ‘No codiciaras los bienes ajenos’. El hombre desea tener bienes materiales y desea más de los que tiene el hermano y peca de codicia por este acto.
El hombre si cumpliera los mandamientos de Dios no necesitaría ni reyes, ni políticos, que con injusticia gobernasen esta tierra. Ellos son los ídolos que con coronas de oro y mandos altos se apoderan del trono de Dios gobernando a sus maneras llevan a los hombres por ello a muchas guerras. Muriendo muchos civiles hambrientos por esas guerras y ellos en grandes palacios y ricos manjares se alimentan. Esa es la injusticia del hombre apartado de las leyes de Dios. Robándole el pan que nuestro padre Dios con justicia y amor a cada uno de sus hijos dio el hombre con gran error va por el camino de la perdición, contaminando al hombre que perfecto y puro Dios creó.
Cuando Él es el único Rey y Salvador que ama a sus hijos con gran amor a todos sin excepción. El hombre sigue cada día sin tenerle amor poniendo la confianza en el hombre de barro que Dios creó.
Practicad los mandamientos de la Ley de Dios, no hará falta ídolos de barro que nos mandan y sin guerras y paz estará tendrá el hombre su alma; viviendo ya en esta tierra el cielo prometido viendo a Dios sin haberle visto. Porque en Dios están todas las cosas: amarlas, respetarlas y comprenderlas, es amar, respetar y comprender a Dios.
Rosa María de Dios
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