Los pacientes presentan alteraciones del comer que repercuten de forma grave en su salud
Dada la difusión de información en los medios acerca de la anorexia nerviosa y su relación con la moda y las tallas de las modelos, la mayoría de las personas equiparan los trastornos de la conducta alimentaria con los problemas en la ingesta de comida de los pacientes que los padecen, obviando otros aspectos más profundos de su patología. Sin embargo, estos trastornos no pueden considerarse producto de la vanidad de las personas que desean utilizar tallas pequeñas, sino la expresión de dificultades emocionales intensas que han inducido a cierto número de personas a buscar en la apariencia el mínimo de seguridad necesario para afrontar su vida. La identificación exclusiva de la patología con los aspectos alimentarios y purgativos implica un “reduccionismo” excesivo, que no da cuenta de las grandes dificultades que subyacen en la persona que los desarrolla. Los pacientes presentan, desde luego, alteraciones del comer que repercuten de forma grave en su salud, pero su comprensión completa requiere considerarlos el resultado de problemas psicológicos y relacionales profundos insertados en una sociedad volcada en el cuerpo.
Y, aunque es difícil creer que las personas que desarrollan una anorexia, una bulimia, etc., utilizan la comida para afrontar sus dificultades existenciales, no tomar en cuenta esta realidad subyacente bloquea la implementación de un programa de tratamiento integral, eficaz y duradero.
La anorexia nerviosa es un trastorno alimentario que se caracteriza por una pérdida significativa de peso resultante de la reducción excesiva y continuada de su ingesta alimentaria debido a un deseo intenso de estar delgada/o. Los pacientes anoréxicos se sienten o perciben gordos, independientemente del peso que tengan, y se niegan a reconocer su delgadez, incluso en una situación de caquexia extrema. En su intento de conseguir la delgadez deseada (algo que no tiene límite) evita comer hasta tal extremo que compromete gravemente su salud. Los riesgos para la salud y la vida de los pacientes son, en algunos casos, tan extremados que pueden llegar a morir. El inicio del trastorno tiende a ocurrir después de una situación de cambio estresante, especialmente el inicio de la pubertad.
La bulimia nerviosa se caracteriza por la presencia de un ciclo atracón - purgación que se inicia con la ingesta de grandes cantidades de comida seguidas de su purgación con el fin de eliminar las calorías engullidas. La paciente bulímica se siente insegura sobre su propia valía personal por lo que depende, de forma exagerada, de la aprobación de los otros. Al intentar complacer a los demás oculta sus verdaderos deseos y necesidades y como consecuencia de ello, la comida se convierte en su única fuente de confort.
El comportamiento alimentario de los pacientes bulímicos se desarrolla de forma diferente a la del paciente anoréxico. Como norma general se puede decir que la comida realizaba por el paciente, delante de otros, suele ser normal e incluso abundante, aunque algunos días ayune o realice una dieta muy restrictiva.
Los allegados tardan mucho tiempo en darse cuenta de que algo va mal, ya que en reuniones y celebraciones la ven comer normal. Quizá, lo único que les puede parecer raro, es su comportamiento posterior a la comida. Las desapariciones repentinas y las visitas al baño después de comer son sorprendentemente frecuentes. La excusa de ‘cepillarse’ los dientes, tener que ir a hacer ‘pis’, lavarse las manos, arreglarse el maquillaje o ducharse, son algunos de los argumentos más utilizados. También utilizan otros argumentos para desaparecer, como decir que quiere hacer reposo o que necesita descansar.
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