El galeón Apóstol Felipe (V)
La artillería de los galeones españoles
Pasión por el modelismo naval
Estimados amigos lectores de El Seis Doble, en primer lugar desearos un próspero año 2013 y que se cumplan todos vuestros deseos. De nuevo con vosotros para seguir con el proceso paso a paso de la construcción del galeón Apóstol Felipe, un barco histórico que perteneció a la flota de la Carrera de las Indias. Previamente haremos un breve comentario sobre la construcción y las características de estos barcos, centrándonos en esta ocasión en su armamento.
Las piezas de artillería que embarcaban los galeones se clasificaban en varias categorías y calibres y se pueden dividir en tres grupos:
Solían ser de retrocarga las cuales eran fáciles y rápidas de utilizar, ya que se cargaban por una recámara trasera. Se empleaban contra la infantería enemiga y las piezas pequeñas iban montadas en horquillas giratorias sobre las bordas u otras estructuras pero siempre en cubierta, ya que, de lo contrario, el humo expulsado por la recámara hubiera anegado el interior del navío. Esto era además la causa de uno de los principales inconvenientes de este tipo de armas, ya que las imperfecciones y holguras de la pieza y la consiguiente expulsión de gases causaba una pérdida de compresión en el disparo que le hacía perder potencia y precisión con respecto a armas de avancarga de calibre equivalente. A esta categoría de armas pertenecían los versos (1/2 culebrina), sacres (1/4 de culebrina), falconetes (1/8), esmeriles, cerbatanas, ribadoquines (de avancarga), mosquetes, lagartijas y sacabuches, entre otros. Estas armas disparaban pelotas de hierro forjado, bodoques de hierro emplomado y ciertos tipos podían disparar postas o munición graneada.
Las armas más antiguas de este tipo eran las bombardas o lombardas, de hierro forjado y retrocarga. En el tiempo de los galeones esta pieza y sus variantes, la bombardeta y el pasavolante, estaban ya obsoletas, aunque aparecen en los inventarios reales hasta la década de 1570. Las más comunes en la época eran las culebrinas, algunas de cuyas variantes menores entran en la categoría anterior y se dividen en culebrinas, medias culebrinas, tercio de culebrina (sacre), etc. Estas se caracterizan por tener un ánima muy larga en relación con su calibre, lo que le daba mayor alcance que el cañón aunque a costa de un menor tamaño de munición y un mayor consumo relativo de pólvora. Los cañones son las armas más grandes en esta categoría, con un calibre mayor en relación a su tamaño. Estos se dividían a su vez en cañones, medios cañones y tercios de cañón, dependiendo del tamaño de la munición disparada, siendo los de mayor tamaño los llamados cañones de batir. El peso de la munición de los cañones oscilaba entre 7 y 40 libras y entre 2 y 24 para las culebrinas. Estas piezas se montaban por motivos de estabilidad en las cubiertas inferiores, con las más potentes a proa.
Eran armas de gran calibre y ánima corta que disparaban grandes piezas desde la cubierta con trayectoria parabólica, casi vertical. Los más comunes son los pedreros y morteros que disparaban grandes balas de piedra, especialmente labrada (bolaños), y, desde mediados del siglo XVI, bombas. Este tipo de arma era pesada y poco eficaz, por lo que su uso fue reduciéndose hasta desaparecer hacia 1620.
Las piezas de artillería más antiguas estaban formadas por piezas de hierro forjado reforzadas por zunchos, también de hierro, construidos de forma parecida a los toneles de madera. Posteriormente se fabrican de hierro colado y posteriormente de bronce. El bronce era más caro pero los cañones de bronce duraban más y eran más ligeros. Antes del siglo XVI la artillería se montaba en afustes fijos sin ruedas, pero en la época de los galeones las piezas grandes solían montarse sobre afustes de carro, con dos ruedas, similares a los empleados en las piezas terrestres. A finales del siglo XVI se generalizan los afustes de cuatro ruedas, más apropiados para su uso en la mar. Los muñones aparecen a finales del siglo XV, lo que permite ajustar la inclinación de la pieza fácilmente.
La enorme variedad de piezas y calibres suponía un grave problema por lo que Carlos V intentó por primera vez simplificar la variedad a siete piezas de entre 3 y 40 libras, seis de tiro tenso y un mortero. La artillería era muy valiosa por lo que no formaba parte del navío, sino que se almacenaba en los arsenales reales y se equipaba en función de la misión que fuera a desempeñar. Esto era un sistema complicado pero que permitía aprovechar mejor el armamento disponible. Wikipedia.
Como veis en las fotografías estoy montando las escaleras de las cubiertas y la pasarela central del combés. He terminado de construir la caseta del piloto y he preparado las aberturas de las troneras para enmarcarlas y colocar las portas de troneras. En estos momentos estoy construyendo los afustes de carro para colocar los cañones. Las amuras de popa terminadas, con sus adornos decorativos en bronce y a falta de montarle el mascarón de proa, el cual es un león coronado rampante, símbolo de la Real Armada Española.
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