Pintor que pintas iglesias
Pepe y su hermano Paco Goig del Poyo siguen trabajando en el arte pictórico, como lo heredaron de su padre
El 13 de mayo de 1936 fue incendiada la iglesia de Santa Catalina. Al terminar la contienda fratricida, en 1939, las naves del templo presentaban un estado deplorable; paredes, bóvedas, capillas, atrios y claustros estaban completamente negros por el alcance del humo producido por las llamas.
Cuando el que fue arcipreste y párroco de Santa Catalina, Antonio Sánchis Castellano, tomó posesión en octubre de 1942, ya se habían picado y lucido las paredes por José Parra Redal, maestro de obras que fue del ayuntamiento alcireño, y a este sacerdote setabense le correspondió poner en orden el templo y adecentarlo llevando a cabo el proyecto de pintura el artista valenciano Salvador Gil, auxiliado por el decorador Juan Cabanes y Francisco López Pardo. Esta costosa restauración dio comienzo el 1945, con el montaje primeramente de unos andamios de madera que se trasladaban de lugar movidos por unas ruedas en la base de los mismos, por la nave central del templo. Otro andamiaje se montó fijo en lo que hoy es el altar mayor para decorar lo que vulgarmente denominamos la mitja taronja. Las maderas para este menester las facilitó el transportista alcireño Bernardo Pascual Carrió, el suecá, que las trajo del Grao de Valencia para este menester.
En 1946 se acercaron a la iglesia para curiosear los trabajos que se estaban llevando a cabo dos mozalbetes, José Goig del Poyo -hoy afamado acuarelista- y Alfredo Fluixá, ambos jóvenes pintores. Allí contactaron con Juan Cabanes quien les manifestó la necesidad de contratar a un aprendiz. Pepe y Alfredo ya trabajaban ayudando a sus respectivos padres en el oficio de la pintura, pero le indicaron que el hermano de Pepe, Paco, podía hacerse cargo de este trabajo, por lo que a los 14 años Francisco Goig comenzó la andadura en este mundo del arte de la experta mano de Salvador Gil quien terminó la obra de lo que hoy podemos contemplar en esta iglesia transcurridos cincuenta años.
Salvador Gil, nos recuerda Paco Goig, era un hombre dedicado completamente a su trabajo; ascendía al tajo cada mañana y bajaba hasta el atardecer; había incluso que subirle la comida del mediodía, por lo complicado que estaba el subir cada día bajo las bóvedas.
Entre las muchas anécdotas que sucedieron se encuentra una muy graciosa. Pintando Salvador Gil en la bóveda de la media naranja, por aquella época el cantante cubano Antonio Machín, estrenaba una melodía que se hizo muy famosa, Angelitos negros; al pintor valenciano se le ocurrió poder pintar un ángel negro entre las figuras pictóricas que estaba creando, pero antes consultó con el párroco quien no lo autorizó.
Las pinturas al óleo, cuya preparación, como dar la cola a las paredes corría a cargo de Paco Goig, las podemos admirar hoy; Amet escuchando cánticos monacales cistercienses cerca del monasterio de Poblet; cerca de Alzira, Bernardo, María y Gracia saliendo de la espesura del bosque asomándose al Júcar; aparición de la Virgen de Lluch en la Montañeta a un pastor, -aunque esta representación nos parece que no corresponde a la época, ya que debería figurar el ermitorio del Salvador, en vez del Santuario actual-; rendición de Algezira al Rey Jaime I y aparición y hallazgo de la Virgen de la Murta a los monjes jerónimos.
En la media naranja, sobre cuatro pechinas, Salvador Gil pintó a los evangelistas y sobre estos un tambor en cuyos vanos asoman San Vicente y ángeles portando el escudo de la ciudad; San Vicente Ferrer y San Luis Beltrán; Santo Tomás de Villanueva y un mendigo; el arzobispo de Valencia Marcelino Olaechea y el arcipreste Antonio Sánchis; el rey don Jaime y soldados; ángeles; el Papa y San Lorenzo; la beata Inés; Santa Catalina de Siena y Santa Micaela del Santísimo Sacramento. La cúpula se eleva y en su concavidad se representa la Gloria sobresaliendo entre nubes ángeles y santos destacando los mártires Bernardo, María y Gracia. Esta cúpula fue pintada por el alcireño Tomás Parra Albentosa siendo destruida en el incendio de 1936 decorándola en 1946 Salvador Gil y Juan Cabanes.
Paco Goig, nuestro paisano, siguió decorando iglesias entre otros trabajos interesantes. Pintó la parroquia de La Encarnación; la capilla del Sagrario y Virgen de la Murta, de Santa Catalina; En 1983, la parroquia de San Juan y el retablo de la capilla de la comunión; en Cullera, la iglesia de los Santos Juanes; la de Benimuslem; San José de Tabernes de Valldigna y el Santuario de la Virgen de Lluch antes y después del incendio.
Nuestro convecino, en 1993 viajó a Arabia Saudita para realizar unos trabajos en un palacete contratado por el decorador alcireño Salvador Carreres, teniendo muchos problemas para poder regresar a casa con el añadido de no percibir emolumentos económicos por sus trabajos que pasan del millón de pesetas.
Pepe y su hermano Paco Goig del Poyo siguen trabajando en el arte pictórico, como lo heredaron de su padre, con el bien hacer de cada día. Muchas obras, salidas de sus pinceles, cuelgan en muchas paredes de innumerables lugares.
Alfonso Rovira 28.06.1996
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