Los trapos no siempre son sucios
La década de los 1960 fue una de las épocas más interesantes para la evolución y desarrollo de los Martínez Cano
La empresa alcireña Grupo Martínez Cano cumple este año el cincuenta aniversario desde que la fundara, en 1946, Pedro Martínez Cano.
Y que mejor para conmemorar esta efeméride en este medio siglo transcurrido que homenajear a los empleados que han dedicado su vida en el mundo del trabajo, más de veinticinco años en esta empresa alcireña, entre ellos seis de reciente jubilación.
Mañana sábado, al mediodía, en el transcurso de una pequeña fiesta que para ellos ha sido preparada en la Sala Rex, recibirán este cariñoso homenaje en el que estarán presentes al completo las tres generaciones de la familia que fundara Pedro Martínez Cano y Dolores Motilla Blasco.
Nacieron, vivieron y trabajaron en la vieja y entrañable barriada de la Vila de Alzira. El matrimonio formado por Pedro Martínez y Dolores Motilla residían en la calle Santa Lucía, 38; tenían de vecinos a las monjas franciscanas del colegio La Purísima, más conocido por el Centro; al otro lado de su vivienda, la casa de los Pardo -que fue alcalde de Alzira en la década de los años 20-; en la esquina siguiente el comercio de Marcos Lencina y enfrente casa del exportador de frutas Ramón Flor. El matrimonio Martínez Motilla tuvo cuatro hijos, dos varones y dos hembras, María Dolores, Pedro, María Teresa y Juan.
Pedro Martínez, el cabeza de familia, en los años difíciles de la posguerra, 1945, decidió dedicarse a la compra de trapos viejos para después de su clasificación venderlos como materia prima, para la fabricación de papel a empresas importantes, como lo fueron entre otras, la alcireña PAPENSA.
Al siguiente año 1946 amplió el negocio trasladándose a unas naves que hasta 1936 pertenecieron al convento de las monjas de Santa Lucía y primer hospital de la Villa que fundara el arcediano Pedro Esplugues, donde hoy se encuentra la sede central de gestión comercial y administrativa del grupo.
Diez años más tarde, 1956, la empresa crece en desarrollo y realiza una nueva instalación para almacenaje, principalmente para la eliminación de residuos de los sacos de productos de materiales para la construcción, mientras que el fundador, Pedro Martínez, dedica su tiempo a organizar la compra de toda clase de desperdicios, su esposa está al frente de los trabajos que se realizan en el almacén.
La década de los 1960 fue una de las épocas más interesantes para la evolución y desarrollo de los Martínez Cano. Su hijo Pedro, después de cursar estudios en Inglaterra, se incorpora a la empresa mientras que su padre viaja constantemente por la península para la compra-venta de la materia prima, como son los desperdicios. Pedro Martínez se convierte en la persona con más arraigo en el sector de los desperdicios siendo admirado y respetado en las grandes y pequeñas empresas del mundo de la recuperación por su seriedad comercial y formalidad. Tuvo, por otra parte, la virtud de enseñar a sus más directos colaboradores sus conocimientos y experiencias e infundir virtudes para ser un buen empresario. Pero su labor se vio interrumpida, el 22 de marzo de 1967, cuando a las seis y media de la tarde de aquel día, en el almacén de trapos, donde antaño se ubicaba la fábrica de conservas Oria Pelayo, cuando se encontraba pasando revista a algunas balas de esta mercancía, por causas desconocidas, se le vino encima una pila de tres balas, de unos 430 kilos cada una cayeron sobre él, aplastándole el tórax. Pedro Martínez Cano, de 57 años de edad, -dicen las crónicas de la época- contaba con muchas simpatías en su ciudad natal, por lo que su muerte ha causado honda impresión en todos los medios locales, donde era muy apreciado por su carácter y trato cordial.
Fallecido Pedro Martínez, su esposa e hijos acuerdan constituir una SA con el nombre del fundador y participada por sus cuatro hijos renunciando la madre a participar en la misma.
Pedro Martínez Motilla, responsable general de la sociedad, traza las líneas de actuación desarrollando la actividad en la importación de desperdicios de papel y textil exportando estos productos a países que nunca nadie había realizado desde España, como Estados Unidos de América, Japón, Escocia y Francia.
Por los contactos realizados con las fabricas de cartón ondulado y el recuerdo de su padre, Pedro Martínez Motilla piensa que era interesante instalar una planta en el archipiélago canario y así lo hace constituyendo Martínez Cano Canarias SL, en Gran Canaria y Tenerife. Finalizando la década de los 70, independientemente de los almacenes de Alzira, abre otros locales en Paterna; Cocentaina, en 1983; en Campello (Alicante); dos en la provincia de Madrid, en 1983, y en 1995 en Alcalá de Guadaira (Sevilla). En este año 1996 se están preparando para su apertura otros almacenes en distintos puntos de la península.
A todos cuantos forman el Grupo Martínez Cano, al recorrer este camino juntos medio siglo les felicitamos en esta efeméride, no sin antes volver por un momento la vista atrás para tener un grato recuerdo a su fundador, Pedro Martínez Cano.
Alfonso Rovira 14.06.1996
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