El galeón Apóstol Felipe (III)
La dotación de los galeones y la vida a bordo
Pasión por el modelismo naval
Estimados amigos lectores de El Seis Doble, una vez más con vosotros para seguir contándoos el paso a paso de la construcción de la maqueta del galeón Apóstol Felipe, un barco histórico que perteneció a la flota de la Carrera de las Indias en el siglo XV.
La dotación que embarcaba un galeón de quinientas toneladas se componía generalmente de personal de mar (marineros) y personal de guerra (soldados) repartidos de la siguiente forma: personal de mar: un capitán de mar, un maestre de jarcia, un maestre de raciones, un piloto, un capellán, un contramaestre, un guardián, un cirujano, un despensero, un alguacil de agua, un escribano de raciones, dos carpinteros, un buzo, un trompeta, veintiocho artilleros, un condestable, treinta y seis marineros, quince grumetes y ocho pajes; en total ciento tres. Personal de guerra: un capitán de infantería, un alférez, un sargento, dos tambores, un pífano, un abanderado, un cabo de escuadra de capitán, cuatro cabos de escuadra ordinarios, quince aventajados, cincuenta y cuatro arcabuceros y cuarenta mosqueteros; en total ciento veintiuno.
La fórmula utilizada para el cálculo de la dotación oscilaba desde la empleada en la Junta de Guerra de 1629, que establecía un marinero por cada 6’25 toneladas y un infante de marina por cada 3’8 toneladas, a la usada en el año 1665 que calculaba un marinero por cada 6’4 toneladas y un infante por cada 2’3 toneladas y, posteriormente, en 1700 los cálculos eran de un marinero por cada 3’24 toneladas y un infante de marina por cada 2’3 toneladas. El tamaño de las anclas era también uno de los factores determinantes para el cálculo de las dotaciones. Se suponía que un cabrestante pequeño con ocho bocabarras donde podían trabajar dieciséis hombres, más unos seis en la batería de proa para amolejar el cable del ancla, otros ocho en el pañol de cables para arrancharlo, seis en el castillo de proa para pescar y alotar el ancla en el costado, y otros tres o cuatro para acarrear agua para el baldeo.
El espacio en los galeones era muy reducido y estaba distribuido entre la carga y las personas que viajaban a bordo. En la bodega se situaban los barriles más grandes y pesados que contenían los víveres más duraderos. En la cubierta inferior o primera cubierta situada sobre el techo de la bodega y en la superior denominada puente o cubierta alta era donde se desarrollaba la vida de la tripulación y los soldados.
El capitán de mar y el capitán de guerra se alojaban en la cámara principal situada en la popa donde se guardaban sus pertenencias y una caja con hachas de combate que iba debajo de la cama del capitán. Sobre ella estaba la cámara del piloto y su ayudante, el condestable y los artilleros se alojaban en la santabárbara. El capellán se alojaba en la toldilla, entre el palo mayor y la cámara principal. Los marineros dormían en coys repartidos entre el alcázar o en la primera cubierta.
El servicio que se prestaba en el barco constaba de un sistema de tres guardias con turnos de cuatro horas que tanto marineros como oficiales cumplían. La primera se iniciaba a las cuatro de la tarde hasta medianoche era llamada la guardia del capitán, la segunda desde medianoche hasta las ocho de la mañana, y era llamada la guardia del piloto, también llamada ‘la modorra’ y la tercera desde las ocho de la mañana a la cuatro de la tarde era llamada la guardia del maestre. Dado que del hombre de guardia podía depender la seguridad del barco, el que se dormía era castigado severamente y se ganaba el desprecio de sus compañeros. Para no dormirse se aconsejaba que los que estuvieran de guardia permanecieran de pie, mirando a proa, pues era por donde podía surgir el peligro y a barlovento, pues era por donde podían presentarse las tormentas debiendo comunicar al piloto o contramaestre cualquier incidencia que se presentara. Cada media hora el grumete cantaba la hora dando la vuelta al mismo tiempo a un reloj de arena y haciendo sonar una campana y recitar un verso: “Una va de pasada, y en dos muele; más molerá si mi Dios Querrá; a mi Dios pidamos que buen viaje hagamos; y a la que es Madre de Dios y abogada nuestra, que nos libre de agua, de bombas y tormentas”. Al final gritaba dirigiéndose a proa: “¡Ah de proa! ¡Alerta y vigilante!”
El cambio de timonel y vigía se efectuaba cada hora. El timonel saliente comunicaba al capitán de guardia el rumbo, el cual a su vez pasaba ese dato al timonel entrante e igualmente se establecían vigías tanto a popa como a proa.
Para calcular la velocidad del barco se usaba la corredera, que consistía en una pieza de madera reforzada con plomo a un lado para que flotara vertical. Se lanzaba por la popa y permanecía casi estacionaria mientras el barco continuaba navegando. La cuerda que la sujetaba estaba marcada a intervalos regulares con nudos y midiendo el número de nudos que pasaban controlándolos por medio de un reloj de arena se podía hallar la velocidad del barco.
Continuando con el paso a paso del montaje de nuestro galeón hemos colocado el tajamar en la ranura que previamente habíamos reservado para ello, limando y lijando para que su ajuste sea lo más perfecto posible y una vez colocado, pegado y clavado continuamos encajando la quilla y el codaste dejando éste preparado para montar la pieza del timón. Construimos los enjaretados de cubiertas, escalera del combés y pasamanos y los colocamos y pegamos en las aberturas de las cubiertas. Con esto, nuestro galeón, ya va tomando un aspecto de lo que eran los galeones del siglo XV.
.-000168 .-000181
Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia
Por error, cuando menciono el Siglo XV, me estoy refiriendo al Siglo XVII. Saludos.
Añadir un comentario